¿Conocés las calles empinadas? Esas que empiezan en lo mas alto y terminan mil metros debajo de donde estaban. Las que son facil de bajar pero nunca de subir. Asi me sentía yo, en una calle empinada. Porque un momento estuve sentado en la cima mirando el paisaje y al otro estaba cayendo conociéndolo de cerca. Porque miré para atras sólo una vez, y me asuste de lo lejos que estaba de mi lugar. De mi cima. Todo empezó a ser inestable, todo a mi vista pasaba rapido y así se iba, todo, de repente, cayó. Y yo caí con el. Y lo peor es sentir el peso de la bajada en tus hombros, y lo peor es saber que se quedara ahí para siempre. Aún sigo cayendo, ¿sabes? Aún no encontre energía suficiente para impulsarme hacia arriba. Y tuve que acostumbrarme, se me hizo normal ver como todo se desmoronaba cada vez que intentana volver a subir. Y caer aún mas duro. Pero debo decirte compañero, que si algo aprendí de la irreparable caída, es que, a veces, mientras más lejos lo sentís, más te das cuenta de que es inalcanzable el volver a subir. Y la caida se vuelve tu nueva cima.