Un diario. Jamás podrían haber imaginado lo valioso y peligroso que contendría unas cuantas hojas de papel. Alice, no tenía miedo -por lo menos, ya no más- tenía su cabeza agachada, miraba al suelo con una mirada penetrante llena de ira. Sus victimarios expectantes la miraban, nunca la habían visto así. Hasta hoy.