catiiicatt
Scarlett siempre había creído que la vida venía con instrucciones.
Un manual, una señal, un... "esto es lo que tienes que hacer".
Pero a sus dieciocho años, sin una idea clara de hacia dónde dirigir su futuro, se sentía diminuta entre compañeros que parecían tener mapas perfectos para el suyo.
¿Y yo? ¿Qué haré?
La pregunta la acompañaba como una sombra.
Solo tenía dudas... y un cansancio que no sabía poner en palabras.
No era cansancio físico; era algo más hondo.
Un peso silencioso que escondía bajo su sonrisa habitual y esa energía alegre que todos creían real.
Para Scarlett, el mundo a veces se volvía demasiado ruidoso, demasiado rápido, demasiado... todo.
Por eso amaba los libros: allí nadie la juzgaba ni le pedía respuestas.
En ellos podía desaparecer un rato y volver cuando ya no doliera tanto.
Pero últimamente, ni siquiera eso bastaba.
Los mundos que antes la salvaban ya no conseguían hacerlo del todo.
Leía para huir, sí... pero cuando levantaba la vista, la vida seguía allí.
Igual de pesada.
Igual de complicada.
Hasta que una noche, agotada por el estrés y la presión, volvió a buscar refugio en su método de siempre:
abrir Nostalgia, su libro favorito.
Ese que la hacía sonrojarse, suspirar y creer por un momento que ella también podía ser protagonista.
Que quizá lo era.
Que quizá siempre lo había sido.
Lo que Scarlett no sabía era que estaba a punto de cruzar una frontera que nadie debería cruzar.
No sabía que un libro podía mirarte de vuelta.
No sabía que un destino que no era el suyo la estaba esperando entre líneas.
Solo sabía una cosa:
Scarlett estaba cansada.
Y las almas cansadas, a veces, tropiezan con puertas que nunca debieron existir.
Y aun así... las cruzan