NaiBaan
Cuando era nene, lleno de curiosidad y también de miedos, como el temor a la oscuridad, decidí darles personalidad a esas cosas que me aterraban y a aquellas que representaban su opuesto. Hablaba con ellas, buscaba entender por qué me causaban esa sensación, por qué me asustaban, y con el tiempo, llegué a comprender que no tenían por qué darme miedo. La oscuridad y la luz solían debatir en mi pieza, y yo, en medio de esos diálogos, encontraba las respuestas que necesitaba.
Quizás les parezca extraño que un niño hiciera todo esto, pero puedo asegurarles que esas interacciones conmigo mismo fueron clave para convertirme en quien soy hoy. Y sí, estoy orgulloso de ello. Aunque parezca algo raro, ese proceso me enseñó a cuestionarme, a conversar conmigo mismo de manera profunda, como lo hacen Aurelio y Don Sol en sus historias.
Hoy en día, le agradezco a la oscuridad y a la luz, a mis amigos imaginarios y a todas esas conversaciones que tuve conmigo mismo. Fue en esas charlas donde descubrí las primeras respuestas, y ahora, Aurelio y el Sol se han convertido en las voces que expresan mis inquietudes más profundas.