Oh, aladas percepciones,
ustedes que nacen sin forma,
que revolotean en mi pecho
como mariposas que no necesitan alas
para llegar al alma.

No son ideas,
no son emociones,
son algo anterior al lenguaje,
una vibración que se enciende en mí
cuando el mundo calla
y solo quedo yo,
preguntándome quién soy.

Las siento en el borde de la vigilia,
en el suspiro que no llega a salir,
en la memoria de lo que nunca viví
pero reconozco como propio.

A veces son ternura,
otras veces son vértigo.
Son la certeza de que pienso,
y por eso existo,
pero también la duda
de si existir es más que soñar despierta.

Me habitan.
No piden permiso.
Se abren paso entre mis silencios,
me arrastran fuera del tiempo,
donde todo es pregunta
y ninguna respuesta pesa más que el sentir.

Oh, percepciones con alas,
¿son ustedes mi verdad más honda?
¿O soy yo apenas un nido
donde el misterio descansa un rato
antes de seguir volando?

Las celebro porque me revelan,
me desnudan sin juicio,
me permiten ser
sin molde, sin nombre, sin destino.

Soy pensamiento que siente,
soy cuerpo que duda,
soy vida que busca sentido
en lo invisible.

Y en ustedes,
aladas percepciones,
encuentro mi vuelo.