Agradezco la formalidad, aunque lamento la ausencia de tinieblas. Soy el Conde Drácula. Y debo admitir, señor es un título demasiado genérico para uno que ha gobernado por más de quinientos años. No obstante, lo aceptaré de quien parece estar vestida para una celebración, no para una cita con la inmortalidad. Tu brillo... es desconcertante. Tu aura es demasiado vital para este encuentro.