Aunque Nicholas era tan extrovertido, ruidoso y caótico como Robin, había una parte de él que nunca dejaba ver. Nicholas era bisexual, pero en los años 80 eso no era algo que se podía decir en voz alta sin arriesgarse a comentarios crueles, rechazo o incluso algo peor. Así que, a pesar de su personalidad abierta y expresiva, decidió guardarlo en secreto. Era una verdad que lo acompañaba en silencio, solo revelándose en las letras de sus canciones, donde dejaba escapar sentimientos que no podía admitir frente a nadie.
Nick entendió que era bisexual de una forma lenta, casi silenciosa, como si partes de él empezaran a encajar sin que nadie más lo notara. No fue un momento específico ni una revelación repentina; más bien, fue la mezcla de muchas pequeñas sensaciones que siempre habían estado ahí. Desde muy joven se dio cuenta de que podía sentirse atraído por una chica y admirar la forma en que sonreía, pero también sentía esa misma especie de cosquilleo en el pecho cuando un chico lo miraba de cierta manera o cuando alguien de su mismo sexo lo hacía reír.
La diferencia es que, para otros, esas emociones parecían tener una explicación clara. Para Nicholas no. Él no podía ignorarlas ni ponerlas en una sola categoría. Era como si su corazón respondiera al alma de las personas, no a un género en particular. Y al darse cuenta de que esos sentimientos no desaparecían ni cambiaban, entendió que eso también era parte de él.
Sin embargo, comprenderlo internamente no significaba aceptarlo con facilidad. En los años 80, la bisexualidad ni siquiera era un concepto del que se hablara abiertamente. No había palabras, referencias ni espacios seguros donde pudiera explorarlo. Sabía que no era algo que pudiera decir sin arriesgarse a juicios, burlas o algo peor, así que decidió guardarlo como un secreto íntimo, profundo, que solo se revelaba en sus canciones.