I/V

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Cambiar de habitación en una noche tan tranquila en el campus no era parte de sus planes. Ella solo quería dormir. Lisa amaba dormir, sobre todo después del estrés de la universidad.

Encontrar tiempo para hacerlo era difícil, y ahora, mientras arrastraba sus maletas con cansancio hacia la nueva habitación estaba considerando seriamente tirarse al piso y dejarse llevar por su agotamiento.

Ella no quería tener que hacer esto ahora, en plena medianoche, pero no tenía otra opción. Lisa trabajaba en la mañana y asistía a clases en la tarde, esta era la única oportunidad que tenía para deshacerse de su compañera de cuarto adicta al sexo. Sin ofender a Sana, pero tener que escuchar gemidos todas las noches era demasiado para Lisa.

Entonces, aquí estaba, respirando con dificultad, con una mirada cansada y un pasillo vacío. Suspiró con la mirada perdida en el techo, y soplando hacia arriba retiró su flequillo para poder leer el número de la habitación frente a ella. Lisa revisó el mapa por última vez antes de deslizar la llave por la puerta, y en ese exacto momento, una puerta a sus espaldas se abrió dejando escuchar una molesta risita aguda.

Todo era molesto cuando Lisa estaba cansada.

"Me llamarás, ¿verdad?" seguido de una risa, una risa baja y menos molesta, quizá hasta atractiva.

"Seguro" Incluso la voz sonaba agradable, pero Lisa estaba demasiado cansada para permitirse escuchar con atención esa conversación, mucho menos la encantadora y suave voz. Aunque, con lo curiosa que era, Lisa no pudo evitar darse la vuelta y observar a la dueña de tan bonita voz. Cuando se dio la vuelta lo último que esperaba era verla a ella.

Y con "ella" se refería a la chica recostada en el marco de la puerta. Vestía una camiseta sin mangas, apretada, con una de las tiras colgando libremente por su hombro izquierdo. La tailandesa se pregunto como es que sus clavículas se veían tan afiladas. Luego, su mirada se movió más hacia abajo, clavando su objetivo en un spandex pecaminosamente apretado con el que Lisa se encontró totalmente roja de la vergüenza.

Sin embargo, no fue por las extremadamente atractivas características del cuerpo de la chica, o por su indudable belleza, sino por la sesión de besos que presenció hace pocos segundos antes de que una molesta chica se separara felizmente de los labios de su vecina de dormitorio, Jennie Kim.

La Jennie Kim. La chica más popular del campus, la chica que podía tener a cualquier chico babeando, pero que prefería a las mujeres. Eso era algo con lo que Lisa estaba acostumbrada, menos aún viniendo de una familia con creencias religiosas estrictas. No estaba en contra, simplemente no estaba acostumbrada.

Sí, Jennie Kim, su vecina del dormitorio estaba parada frente a ella en todo su esplendor. No solo estaba parada frente a ella con el cabello desordenado, los ojos nublados y los labios hinchados (Un look que gritaba 'post coital' por donde lo vieras), sino que también mantenía su mirada atenta fija en Lisa.

Esos ojos felinos de color marrón no se cansaban de recorrer a Lisa con la mirada. Con curiosidad recorrieron su cuerpo, causando que Lisa se sonroje con más intensidad aún, especialmente cuando una sonrisa peculiar adornaba los labios hinchados de Jennie.

Y, cuando Jennie se dió cuenta del sonrojo en las mejillas de Lisa, la comisura de su labio se levantó en una sonrisa, una sonrisa peligrosa, mientras se cruzaba de brazos frente a ella "Hola, hermosa".

Su voz sonó ronca y Lisa se negó a creer que había perdido el aliento por un mero segundo, y tal vez incluso ignoró el temblor de sus rodillas, o lo que fuera que la hacía sentir mareada. El punto es que de ninguna manera fue por Jennie Kim.

Lisa arqueó las cejas, ajustandose el bolso al hombro mientras giraba la llave de la puerta y miraba a Jennie incrédula.

"Uh, ¿Hola?"

ʟᴏᴠɪɴɢ ꜰʀᴇᴇʟʏ - ᴊʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora