Capítulo Único

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Estiró los brazos hacia arriba y luego a los lados, emitiendo un suspiro cansino.

Incluso si no estudiaba en una escuela común y corriente como el resto de jóvenes de su edad, eso no significaba que se libraría de la pila de tareas que los profesores solían enviar. A Masamichi-sensei le fascinaba enviar tareas de investigación para ponerlos en práctica después y, aunque eran bastante eficientes, no era como si a Suguru Getou le fascinara hacerlas.

Creía que se merecía un buen descanso justo ahora.

Bebió el resto de bebida que sobraba en un vaso que tenía al lado de los cuadernos y bostezó alto. Todo su cuerpo se sentía entumecido, lo único que le apetecía era tirarse a la cama y dormir. Pero primero cenaría algo y se daría una ducha caliente, al día siguiente tenía otra clase temprano y seguramente dentro de poco alguna nueva misión se les presentaría. Debía aprovechar sus pocos momentos en paz.

Apoyó la espalda en la silla mientras respiraba despacio, entrecerrando los ojos.

Ahora que lo pensaba bien, no había sabido nada de Satoru aquel día. Bueno, en la mañana lo había visto en clases, aunque este solía dormitar la mayoría del tiempo —ganándose siempre regaños de Masamichi—, y después de eso no lo había visto más.

Probablemente, se encontraba también en la cafetería atiborrándose de comida como solía hacer cada noche o tal vez en su cuarto jugando uno de los famosos videojuegos que tanto le gustaban y que si pudiera le dedicaría más horas de juego.

Se rascó la mejilla y sus comisuras lo traicionaron al elevarse con lentitud en una diminuta sonrisa, la cual se cubrió con la palma de la mano como si alguien más pudiera verlo. Demonios, ¿por qué su cuerpo siempre reaccionaba antes que su mente cuando se trataba de Satoru? Al solo pensar en él una sonrisa aparecía en su rostro, incluso si se lo imaginaba haciendo alguna tontería.

Aunque no podía evitarlo. Se trataba después de todo de Satoru Gojou, su mejor amigo y el idiota más grande que había conocido. Él era impredecible, un bocazas, un completo inútil en ciertos aspectos y también un genio en otros.

Pero también se trataba de Satoru Gojou, el chico que removía las emociones más profundas de Suguru Getou, y aquello era algo que nadie podía lograr.

Sacudió la cabeza, haciendo el amague de levantarse del asiento. Basta de pensar en él, suficiente tenía con verlo y soportarlo todos los días —incluso si sonaba algo sencillo, no lo era. Satoru era una caja de sorpresas y en ocasiones seguir su ritmo podía agotarlo bastante—. Lo que haría en ese preciso instante sería ir por algo de comer, ducharse y luego...

Dos toques en la puerta interrumpieron su monólogo interno de inmediato y también sus movimientos.

Suguru inclinó la cabeza hacia allí mientras fruncía el ceño, no teniendo un buen presentimiento de ello porque solo había tres personas que podían estar tocando su puerta en ese momento: Shouko, Masamichi-sensei y Satoru.

Shouko no podía ser ya que lo más seguro era que se hallaba experimentando como siempre con sus cosas. Masamichi, a pesar de cómo lucía, era del tipo de profesor que respetaba la privacidad de los estudiantes y no iría a aquella hora a su cuarto.

Lo que todo lo reducía a esa persona, la persona que precisamente había inundado sus pensamientos segundos atrás. Ante ello percibió cómo la conocida sensación de siempre aparecía dentro de él, una sensación cosquillosa y cálida que solo hacía acto de presencia cuando se trataba de Satoru. En definitiva era él.

Aun así, se cruzó de brazos todavía sentado y rodó los ojos. Si estaba ahí a esa hora, no debía ser algo bueno.

—¿Quién es? —preguntó alto.

Nuestro secreto |SatoSugu - JJK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora