Jimin, no hay mucho que recordar de nosotros y nuestra efímera relación sin etiqueta. El chico popular, listo, amable, lindo y atractivo que estuvo con Min YoonGi, el chico malo de calificaciones pasables, por 147 días. Fue un semestre. Y no sabes cuanto me alegra que haya sido el último semestre de la preparatoria, para mí, claro, porque tú eras un año menor que yo. Sin embargo, en definitiva, fuiste más listo de lo que yo creí. Mucho más listo. Porque diablos, Park, cuando quise formalizar; cuando quise llamarte mi novio, tú ya tenías otra conquista en la puerta.— ¿Cuándo vas a dejar de ser así, YoonGi? — me reclamó.
— ¿Así? ¿Así cómo, Jimin? ¿Acaso te crees que soy tu muñeco con el que puedes hacer lo que quieras? — respondí enojado.
— ¡Es por tu bien! — exclamó el rubio — Mírate, con el labio partido y un moretón en la mejilla, ¿acaso eres un matón? — bufó mientras negaba y acomodaba su cabello hacia atrás — Y no creas que no he visto el par de cigarros sueltos que traes en tu mochila — me reprochó, señalándome con el dedo.
Te odié, Jimin. Odié que me señalaras y sólo vieras lo malo de mí. Así que te tomé de la muñeca y te acerqué a mí, enojado. Tú soltaste un leve quejido y me miraste a los ojos igual de enojado que yo, esperando ¿qué? ¿Que te soltara, te dijera que tenías razón y pidiera perdón? No lo haría y debiste saberlo. Debías saber que no dejaría que me manipularas así. Jamás pudiste contra mi carácter, Jimin. Te creías la gran cosa, el dueño de mi vida, pero no era así. Sabía cuándo debía detenerte a cruzar aquellos límites.
— No puedes venir a querer cambiarme a tu antojo, Jimin. ¡Entiéndelo! No voy a cambiar nada más porque tú quieres eso — exclamé furioso.
— No te estoy intentando cambiar — dijo, soltándose de mi agarre —. Pero sabes que aborrezco el olor a cigarro y que te metas en peleas ¡y es lo primero que haces!
— No es en serio, Jimin — sonreí con incredulidad — Esto debe ser una broma.
— No lo es. No es una maldita broma, YoonGi. No soy como tú.
— Eso me queda claro — lo miré de arriba a abajo —. Me queda claro la diferencia entre tú y yo.
Esa tarde me miraste indignado. No dijiste nada más, sólo tomaste tus cosas y te fuiste. Escuché el portazo a mi espalda, pero no volteé. No quería cambiar, Jimin. No más de lo que ya sentía que habías hecho en mí. No quería ser lo que querías que fuera porque, entonces, yo dejaría de ser lo que quería. Estaba dejando de ser quién era. Y sí, cambié, pero no como querías. Pensaba que ya habías logrado modificarme completamente a tu antojo y, entonces, me di cuenta que aún no llegabas a crear el YoonGi perfecto de tu mente. Querías más y más, Jimin, pero no podías hacerlo. Sabías que no podías volverme tu ideal. Y yo ya estaba cansado de aparentar serlo y que fueras un maldito ciego.
Me dijiste que te ibas porque fumaba, pero yo ya había dejado de fumar por ti, ¿no te diste cuenta? Dejé de fumar porque empecé a disfrutar de lo dulce y por miedo a perderte, pero míranos ahora. No sirvió ni una mierda. Nunca viste lo que cambié en mí por ti y eso que fuiste tú el que hizo los cambios. Increíble cómo un autor puede ser incapaz de reconocer su propia obra de arte. La cama siempre estaba tendida. Mi escritorio siempre estaba ordenado. La ropa siempre estaba colgada. La única caja de cigarros estaba intacta. Quedaban seis cigarros de los 20 con los que suele venir. Y aún así, a pesar de todo, quería seguir. A pesar de estar cansado, aún así te fui a buscar. Después de pensar en lo que había pasado, no me importaba tener que cambiar completamente por ti. Es por eso que, por la noche, decidí ir a tu casa a decirte que había terminado con mis malos hábitos, aquellos que tanto odiabas y que la pelea había sido un error. Tomé la caja de cigarros para decirte que la tiraras, que ya no los usaría, pero entonces te vi. Sonriendo, feliz, alegre... con otra persona. Lo abrazabas por el cuello mientras su labios se fundían en un beso. No me quedé a mirar más ni me acerqué a pedir explicaciones. Simplemente me alejé, y supe que hice bien cuando te escuché reír sonoramente, como nunca lo hiciste conmigo. Caminé hasta mi casa, tan solitario como antes de conocerte, pero ¿sabes qué me acompañó de regreso? Un cigarro. Lo encendí y lo llevé a mis labios. Le di una calada y exhalé el humo lentamente. Había extrañado tanto ese amargo sabor, Jimin. No tienes ni idea de cuánto extrañaba tener un cigarro en la boca y del embriagante olor en toda mi ropa. Llegué a mi casa, mi mamá aún no llegaba. Subí a la azotea y me quedé ahí, mirando la hermosa noche que nunca debí de haber compartido contigo, acompañado de otro cigarro. No me di cuenta que estaba llorando hasta que escuché a mi madre gritar que bajara de donde estaba, había llegado. Me limpié las lágrimas y tomé la caja de cigarros y me di cuenta que estaba vacía. No merecías esos cigarros, Jimin, pero eran lo único que tenía en ese momento. Bajé las escaleras y saludé a mi mamá con un beso en la mejilla y me dirigí a mi recámara, pero ella me detuvo por mi olor.
— ¿Volviste a fumar, Yoon?
— Nunca lo dejé, mamá — contesté en voz baja, derrotado.
— Ya no habías fumado desde que Jim... — mi mamá dejó de hablar cuando notó mis ojos rojos por haber llorado — ¿Y estos ojos tristes? ¿Qué pasó?
— Nada. ¿Podemos hablar mañana? — le pregunté a mi mamá, aunque realmente era una sugerencia — Estoy cansado.
Mi mamá asintió y me dejó ir sin decir más. Al entrar a mi recámara, me cambié de ropa, dejándola regada en el suelo. Me metí a la cama y cerré los ojos, pero no podía dormir, algo me detenía a hacerlo y sabía lo que era. Me levanté y desordené mi escritorio con coraje. Después de un grito para alivianar mi pesar, volví a la cama, pataleé como niño de diez años, logrando que la sábana y la cobija se desacomodaran, miré al techo por unos minutos y después de un suspiro me acomodé para dormir. Estaba decidido a renunciar a mi mal hábito. Estaba renunciando a ti, Jimin.
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•¡Espero les haya gustado!
Este es el final :(
Pero hay ♥️ epílogo ♥️¡GRACIAS POR LEERME!
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Un Mal Hábito | COMPLETA | ~YoonMin~
FanfictionLos hábitos se supone que son cosas buenas que haces como rutina. Un mal hábito no existe, a eso se le llama vicio, pero eso ahora es algo irrelevante e insignificante [...] Así es, me voy a deshacer de este mal hábito que lleva tu nombre, Park Jimi...