El ruido de las olas fue lo que despertó a la pasajera situada en el asiento de detrás del conductor.
Instantes después, sus ojos de un color marrón se fijaron en el punto exacto donde las olas rompían contra la arena que conformaba la playa para, a continuación, elevarse a los diferentes puntos que se movían sobre las azuladas aguas. Un grupo de adolescentes, quienes aparentaban tener edades comprendidas entre los 12 y los 14 años, se encontraban sobre sus tablas dando la espalda a la carretera y a los vehículos que transitaban por ella, a la espera de buenas olas, mientras un adulto los observaba desde la orilla.
Dicho deporte siempre le había llamado la atención sin embargo jamás lo había practicado, en su lugar ella se había centrado en la natación, deporte al cual llevaba dedicándose desde pequeña y por el cual, de vez en cuando, acudía a competiciones.
- ¿Has podido dormir algo, cariño?
Aquella voz provocó que la joven de castaños cabellos saliese de sus pensamientos y dirigiese su mirada al espejo retrovisor por el que su madre le contemplaba en aquel momento tras los cristales de las gafas de sol que cubrían unos ojos del mismo color.
- Un poco, ¿falta mucho para llegar?
- Diez minutos si no nos perdemos
- Lo cuál no haremos, yo me ocupo Emma - intervino la amiga de mamá, recibiendo una sonrisa de la mencionada.
Emma y mamá se conocían desde hacía muchos años, más de los casi dieciséis que a finales de diciembre cumpliría la ocupante recién despertada. Cada verano realizaban un viaje a alguno de los estados que componían la nación americana, su viaje para revivir sus años de juventud como ellas decían, con la única diferencia de que este año la adolescente les acompañaba durante una parte del trayecto.
A decir verdad, a la menor le hubiera encantado viajar con ellas pero, por otra parte, aún más le hubiera encantado quedarse en casa de su mejor amiga. Sin embargo, Christina, su madre, había optado por la decisión de llamar a su hermana para que se quedará durante la quincena en la que ella estaría fuera con sus primos, razón por la cual las tres se dirigían a Outer Banks, en el estado de California del Norte, antes de que las adultas siguieran su trayecto hasta Florida.
Oyendo en un segundo plano las voces de las mayores mezcladas con la melodía procedente de la radio del coche, su mirada se volvió a centrar en la inmensa playa que le acompañó durante aquellos diez minutos que se duplicaron al tener que parar en una gasolinera para rellenar el depósito. Inmersas en su conversación, las mujeres salieron del coche y mientras una se dirigía a la tienda para comprar provisiones la otra se encaminó hacia el baño.
La joven hubiera ayudado de no ser porque había vuelto a quedarse dormida, acción que solía repetirse en la mayoría de viajes, algo a lo que Christina estaba ya acostumbrada, razón por la que propuso a Emma que pidieran un par de cafés para llevar y que los tomasen en el exterior de la tienda para dejarla descansar.
- ¿Cómo quedó en su última competición? Fue hace dos días, ¿no?
- Ganó - una sonrisa orgullosa se dibujó en el rostro de Christina, echando un rápido vistazo a la pantalla de su teléfono donde su hija alzaba por encima de su cabeza una copa dorada -. Deberías haberla visto Emma, es como ver al animal más rápido del mundo corriendo, solo que cambiando la tierra por el agua. Y si, fue anteayer, normal que esté tan cansada. Gracias de nuevo por aceptar viajar hoy y no ayer como habíamos planeado.
- No tienes porque dármelas mujer - respondió Emma antes de dar un sorbo a su café -. Me hubiera encantado ir a verla, pero se me hizo imposible cambiar el turno de trabajo...
- Lo entiende, créeme. Pero ahora que hablamos de eso... ¿no te he contado la reacción que tuvo cuando vio en casa el cartel donde ponía un enhorabuena por haber ganado?
- Dime que lo grabaste Christine Moore.
Los segundos posteriores las dos amigas se dedicaron a observar en la pequeña pantalla del móvil como la recién ganadora entraba en la casa y daba un grito de alegría una vez las luces iluminaron la estancia mostrándole el cartel que Emma había colgado con diferentes tonalidades del color azulado. La grabación se prolongaba durante unos minutos más que las mujeres contemplaron sin perder la sonrisa mostrando a Christine explicándole que Emma se había quedado un rato una vez que la nadadora se había ido junto a la familia de su mejor amiga pues, aunque Emma no podía ir a verla tal como ya sabía, no había dudado en ningún momento sobre la habilidad de la adolescente.
Ajena a aquella escena, la protagonista del vídeo recién despertaba pensando que ya habrían llegado. Le bastó un par de segundos para descubrir que no había sido así, cuando se giró para mirar por la ventana en busca de la casa de su tía y sus tres primos, encontrándose en su lugar con varios arbustos verdes y con un joven descamisado de cabellos rubios, quién portaba bajo su brazo una tabla de surf, dirigiendo su mirada varias veces hacia la carretera a la espera de algo, o de alguien, al menos aquella era la impresión que le daba.
Su nombre llamó la atención a ambas personas, la propietaria se giró de nuevo para distinguir a su madre y a Emma quienes ya habían acabado de beber el café y se dirigían a la papelera más cercana ; mientras que el surfista había pasado su concentración de un vehículo que se acercaba por uno de los extremos a querer encontrar a la persona que respondía a ese nombre, quién tenía que encontrarse en el interior del coche al no haber allí nadie más que él, aquellas dos mujeres y aquel vehículo.
Sin embargo, dicha persona no salió de dicho, sino que las dos mujeres entraron y, tras medio minuto, el coche se puso en marcha en dirección contraria a dónde él iba. Poco después, el vehículo al que él estaba esperando, una caravana, se detuvo frente a él y rápidamente colocó la tabla de surf en la parte superior del vehículo con la ayuda de uno de sus amigos quién, una vez hecho, volvió a ocupar su asiento en la caravana.
El rubio le siguió reconociendo al otro chicos y a una chica de su misma edad, a quienes saludó antes de sentarse al lado del que le había ayudado pensando en el nombre que había escuchado, preguntándose quien sería aquella chica, quién sería Sydney.
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Tenías que ser tú
Teen FictionSydney Moore acaba de llegar a Outer Banks al mismo tiempo que un grupo de amigos descubren un tesoro que guarda relación con la desaparición del padre de John B. Amores prohibidos, peleas y secretos se irán descubriendo conforme esta aventura vaya...