1: Prestar atención
– No la soporto.
Esa queja fue lo primero que salió de los labios de Natalia nada más volver a su despacho tras la reunión semanal de personal. Como todos los lunes, el equipo de la empresa de publicidad en la que trabajaba, dedicaba las dos primeras horas del día a poner en común nuevos proyectos y objetivos, así como a informar a los demás sobre los avances de aquellos que ya estaban en marcha. Esta vez fueuna reunión bastante pesada, ya que estaban en el primer lunes de diciembre,mes ajetreado para una empresa de publicidad por las campañas navideñas quetanto trabajo les daban.
– ¿Hablamos de la Reche? – preguntó María a pesar de que sabía la respuesta.
– Claro que hablamos de la Reche, ¿de quién iba a ser si no?
– No sé, has dicho que no la soportas y Alba es bastante agradable, entiende mi confusión.
– ¿Agradable? Estás despedida.
María se rio, no le quedaba otra ante la actitud que mantenía su jefa y amiga frente a la otra chica que era, muy a su pesar, de las personas más encantadoras que trabajaban en aquella empresa.
– No me puedes despedir, esta compañía se hunde sin mí – se defendió frente a la falsa amenaza. – Tú, en cambio, igual empiezas a ser prescindible si sigues poniendo esas caras de asco en las reuniones.
– No he puesto cara de asco.
– ¿No? ¿Entonces te ha parecido buena idea lo que ha propuesto Alba para el proyecto de la editorial? – inquirió María sabiendo que las quejas de Natalia venían porque durante la reunión la idea de la más bajita había triunfado.
– No está del todo mal – se encogió de hombros fingiendo indiferencia.
– ¿Qué pasa? ¿Que te jode que ahora tenga las ideas que antes teníais juntas? ¿Es eso?
María sabía que se la jugaba al sacar el tema de esa manera, pero había visto una nueva oportunidad de averiguar lo que pasó entre las dos chicas y no la quería desaprovechar. Cada vez que lo intentaba no solía conseguir nada más que un pequeño cabreo por parte de Natalia, y eso solo hacía que su intriga fuera a más.
– No empieces con tus tonterías – se levantó con un gesto molesto, quitándose entre protestas los tacones que tanto le molestaban y acercándose al gran ventanal de su despacho para darle la espalda a María.
– ¿Por qué no me cuentas qué pasó? No es normal que fuerais siamesas y de un día para otro no podáis ni veros – insistió la rubia acercándose a ella y poniéndose de espaldas a la ventana para verle la cara.
– Ni antes nos llevábamos tan bien, ni ahora nos llevamos tan mal. No exageres.
– Mira Natalia, a otra con ese cuento, que soy yo. Además, tengo mis teorías y seguro que son mucho más irracionales que la verdad, así que deberías sacarme de mi error.
Natalia negó con la cabeza perdida en sus pensamientos y a punto estuvo María de volver a intentarlo, pero unos golpes en la puerta se lo impidieron. Sabela asomó la cabeza por la puerta en busca de María para le ayudara con unos documentos que debía revisar.
– Perdón por interrumpir chicas – dijo cuando tuvo la atención de la rubia. Natalia ni se giró. – María, te estaba buscando. Necesito que acabemos con el papeleo de la nueva promoción para el cliente de la inmobiliaria, hay que enviarlo hoy.
La rubia asintió y antes de dirigirse hacia la puerta, le aseguró a Natalia que no había terminado con el tema y que volvería a la hora de comer porque esta vez no se iba a librar. Pensó que quizás con el estómago lleno estaría más receptiva a responder alguna de sus preguntas, pero lo que no sabía María es que ni siquiera Natalia tenía la certeza de qué era lo que había pasado entre ella y Alba.
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Cajón desastre
FanfictionSinsentidos varios que se cruzan en mi cabeza y no me dejan dormir.