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JangMi se detuvo durante unos segundos luego de levantarse de la silla. Se sostuvo del escritorio y cerró los ojos hasta esperar a que el mareo se pasara. Sus molestias poco a poco se salían de control; había alcanzado un punto insoportable, donde los mareos y la debilidad física se habían vuelto aun más difíciles de atravesar.

—Noona, ¿se siente bien? —escuchó la voz de DongJu, su compañero de trabajo, quien había llevado su mano a la espalda de la chica para sobarle con suavidad. La castaña pasó saliva y asintió con la cabeza—. ¿Quiere agua?

—No es nada, gracias, no te preocupes por mí —la jóven se enderezó y le mostró una sonrisa al contrario—. Vamos a comer —dijo haciendo una seña con la cabeza en dirección a la salida.

Había comenzado como anemia, pero luego los síntomas se fueron poniendo peores. Mareos, piel palida, debilidad... con cada día JangMi se sentía peor. Le habían recomendado tratamientos, hacerse nuevos estudios y hasta intervenciones medicas, pero ella solo estaba centrada en el trabajo. No podía darse el lujo de faltar y no cobrar aquellos días de ausencia.

Se encontró con los ojos de su compañero de trabajo nuevamente y pasó saliva en silencio. No iba a pensar en sus problemas ahora, debía almorzar con DongJu como le había dicho que haría.

Salieron del edificio de la compañía y caminaron a la cafetería que se encontraba en la esquina de la cuadra. Siempre comían allí, era el lugar más cercano y rápido que tenían, ¿para qué perder la oportunidad? Se acercaron al mostrador, pidieron unos sandwiches y se sentaron en una de las mesas libres. El menor parecía estar hambriento, no tardó en atacar su comida. JangMi lo miró con cierta ternura, ella también moría de hambre en realidad. Habían trabajado sin parar durante toda la mañana, a veces no soportaba ser la asistente de la empresa para la que ofrecía sus servicios.

—¿Le ha hablado al CEO? Tal vez él pueda darte unas vacaciones —las palabras de DongJu la desconcentraron de sus pensamientos. JangMi realmente no era muy fanática de hablar con su jefe, su ex pareja. Cómo habían terminado juntos era algo que ni ella se podía responder todavía y cómo habían acabado lo que habían empezado era lo contrario, de hecho una respuesta bastante simple: Lee GunMin era el CEO de la compañía, no podían estar juntos.

—No lo sé... Mira, hoy iré al hospital, si los resultados no son los mejores, te haré caso, pero no me hagas hablarle a él —respondió la chica algo apenada y bajó la mirada. Hablar de su ex le quitaba el apetito. No estaba segura de si lo extrañaba; lo había visto con otras chicas luego de su ruptura, así que no se le hizo difícil superarlo, pero no podía ignorar el hecho de que todo se ponía incómodo en el momento que ambos ponían un pie en la misma habitación.

DongJu dibujó una pequeña sonrisa victoriosa y siguió comiendo. Había estado allí en el momento que JangMi y el CEO habían salido, también había estado cuando todo había terminado para ellos. Para él, la chica era como la hermana mayor que nunca tuvo. Hacía solo unos años que se habían conocido, pero se volvió de las personas más importantes para él. DongJu se llevaba bien con Seoho -como él le decía al CEO de la compañía. Creía que él y JangMi se veían bien juntos y, aunque no se metía, si bromeaba un poco con ello.

JangMi ladeó con la cabeza y dejó escapar un suspiro de sus labios. Sus labios estaban a punto de alcanzar el pan de su sandwich cuando sus ojos se cruzaron con la persona que menos esperaba ver. El pelo blanco ceniza hacía que GunMin pareciera un idol hermoso, pero no podía pensar en ello. El CEO no estaba a su alcance. Pasó saliva en silencio y se esforzó por quitar sus ojos del jóven.

—Termina de comer, todavía tenemos trabajo —dijo la castaña, mordiendo por fin el pan.

(...)

Heart of stoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora