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El día siguiente volví a sentir mi pierna, me puse de pie y baje a desayunar por mi propia cuenta, por alguna razón encontré fuerzas para poder sentarme en la mesa, y ni siquiera tenía tanta hambre como para hacerlo de mala gana, solo tenía ganas de ir a desayunar.

En cuanto mis padres me vieron en la sala, quisieron meterme de nuevo en la cama, insistiendo en cargarme de vuelta, y preguntando como es que había llegado ahí, fue entonces que los calme y los convencí de no tomarlo de una manera histérica, pues solo quería desayunar con toda mi familia.

Así que, eso tuve, un desayuno en familia, ignorando por solo un momento que la vida no era tan mala teniendo un familiar que está muy delicado de salud.

Rick tampoco falto en ese momento, pues se integro cuando ya estábamos a punto de dejar la mesa, más sin embargo comió tan rápido que se retiro incluso antes que nosotros, mirándome en silencio con ese gesto que claramente me transmitía que me estaría esperando en la cochera.

Algo se revolvió en mis tripas, que definitivamente me hizo sentir algo mal en cuanto el dejó la habitación, y decidí regresar a mi cuarto por cuenta propia lo más rápido que pude, antes de que las fuerzas que ya tenía abandonasen mis delgadas piernas, y en esa desesperación, me deje caer en la cama, haciendo un ruido que retumbo hasta la primera planta.

Mi madre, pronto subió al escuchar mi rapidez, oyendo que jadeaba.

-¿Esta todo bien?.-

La miré con sorpresa, siendo que me di cuenta de mi evidente comportamiento extraño de subir de manera precipitada, pero solo tuve voz para decir que si, que solo deseaba volver a mi cuarto y tomar una ducha, y quizá trenzarme el pelo.

Ella me miró un poco preocupada, pero, comprensiva, incluso pregunto si deseaba que me ayudara para quitarme la ropa, o si quería nuevas ligas para el cabello,  no sabía como ella estaba tolerando mis comportamientos tan extraños, me sentía mal por no poderle explicar mi extraña reacción, solo no quería que lidiara conmigo, así que negué necesitar ayuda, y ella me dejó sola.

Mi ducha fue larga y torpe, siendo carcomida por pensamientos intrusos como; ¿Y si las fuerzas se me iban, y me caía? ¿Qué pasaría si al caer, me golpeo con las llaves de la regadera, y me creo una contusión? De por si, había decidido no tomar un baño de burbujas por miedo a ahogarme si me desmayaba.

Todos esos pensamientos me atacaban, como si me golpeasen cada que consideraba que eso era muy probable que moriría si nadie me estuviese supervisando.

Tenía miedo, tenia miedo de morir, pero sin duda al pensar en mi cuerpo inerte y sin vida, sentía una sensación de alivio, pero a la vez lo acompañó un sentimiento de culpa. ¿Porqué tenía la egoísta intención de morir? Fue esta enfermedad que me hizo desear la muerte desde un inicio, y todas las personas a mi alrededor se han esforzado en mantenerme con vida, e incluso Rick me ha ofrecido la cura, yo quiero vivir.

¿Verdad?

Intenté concentrarme en lo que fuese, en la forma del jabón y su color, en la lista de los ingredientes de mi shampoo, incluso en el terrible olor que desprendía de mi. Fue cuando recordé que llevaba mucho tiempo bajo la regadera, entonces hice lo posible para volver a clavar los pies en la tierra y moverme para por fin irme de ahí.

Aun cuando llegué a mi habitación y terminé de vestirme, la sensación de morir de un momento a otro no se fue, convirtiéndose en una paranoia constante en la que mi cerebro sentía peligro por cada pequeño objeto en mi habitación, no quería hacer nada tonto.

La ansiedad abandonó mi cuerpo en cuanto me propuse concentrarme en mi cabello, el sentir la trenza siendo tejida y mi mente ocupada en seguir el patrón para no equivocarme, calmo un poco mi miedo y me hizo sentir que esa sensación pasaba.

Mis manos temblorosas se dieron cuenta de que ya no corríamos peligro, y por un segundo miré mi cabello un poco mas vivo, con un poco de brillo y un aroma a coco que me recordaba muchísimo al verano, la ultima época que pasé sin dolores ni molestias, y muchos otros recuerdos vinieron hacia mi como por simple sinestesia armónica al percatarme que los pájaros ya habían empezado a cantar afuera de mi ventana.

Apreciando un poco  

Decidí recostarme, me sentía terriblemente confundida con todo lo que había pasado por mi mente, todo estaba borroso, siendo arrullada por un extraño sentir cálido en todo mi cuerpo, que me hizo dormir como un bebé, y lo ultimo recuerdo antes de desfallecer, fue el tenue chirrido de la puerta abriéndose.

De mi siesta no recuerdo mucho, pero posteriormente me levante al despertar, ya casi anochecía, parecía que mi madre no me había llamado a almorzar o siquiera me hubiese despertado para saber si quería comer, lo cual me pareció un poco raro, siendo que se preocupaba mucho en que yo ingiriese mis tres comidas diarias.

Me paré y me miré al espejo, y el tener el cabello trenzado me reveló algo que me hizo, pasmarme totalmente.

Algo rojo en mi cuello, un pinchazo que apenas estaba sanando, un triste pinchazo que yo sabía de que era, nada más que la medicina que Rick quería que tomara, el remedio a todos mis problemas de salud.

Todo se vino abajo para mi.

Yo, no sabía como sentirme ante esto, quería sentirme mejor, más sin embargo me sentía invadida, sentía que esto no era verdad en absoluto, una rabia inmensa me abordó y decidí salir hecha una furia de mi habitación para ir a buscar explicaciones de Rick.

No lo encontré en otro lugar más que en su habitual madriguera, la cochera, tumbando la puerta me planté con ira y señalé con disgusto y asco mi cuello.

-¿¡QUE SE SUPONE QUE ES ESTO!?-

Exclamé como si me hubiesen arruinado la vida.

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2021 ⏰

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El mañana //Rick and Mortricia\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora