Capítulo 1 Primer día de clases

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Era un día como cualquier otro, con la única diferencia de que las vacaciones llegaban a su fin para dar paso al inicio del año escolar. Imaginar su primer día de clases en una nueva escuela, ponía nervioso a Juan Guarnizo. Cambiar de escuela cada año, o incluso mes, era algo a lo que estaba acostumbrado, ya que su madre tenía que viajar a distintas partes del mundo a causa de su trabajo.

A lo que Juan no estaba acostumbrado era al ambiente escolar, ya que variaba en cada escuela. Unas resultaban buenas, pero habían otras que era preferible no mencionar. Juan no quería sufrir bullying nuevamente, y tampoco quería amigos, ya que tendría que despedirse de ellos con el pasar del tiempo.

Esa noche, Juan se encontraba solo en su casa, pues su madre tenía que atender unos asuntos importantes en el trabajo. Con 15 años de edad, Juan aún se sentía triste cuando se quedaba solo por las noches. Era algo mágico, pero la cena sabía mejor cuando su madre estaba presente. La comida calentada ya era una costumbre. Juan no podía olvidar esa vez que ordenó las 9 pizzas por teléfono. Desde ese día, no se anima a comer una pizza como antes.

Recordar ese día lo hizo sonreír, pero le quitó el hambre de inmediato. Tenía razones para estar triste, y a la vez se decía que ninguna. Juan subió las escaleras hasta llegar a su habitación y encerrarse allí adentro.

Miró la ciudad por la ventana de su habitación y se preguntó "¿Cómo se sienten aquellos que siempre están en sus casas, compartiendo con sus familias? ¿Qué es tener un buen amigo que te abrace y que te diga que todo va a estar bien... aunque no sea así?".

No pudo evitarlo y una lágrima salió de su ojo, cayendo por su mejilla derecha. Juan odiaba sentir pena por sí mismo, pero no podía dejar de pensar en aquellas cosas. Estar solo por mucho tiempo te hace preguntarte si eres lo suficientemente bueno para alguien.

Juan cerró las cortinas y se fue a dormir, deseando que su primer día de clases fuera más de lo que él esperaba. Cuando volvió a abrir los ojos, a causa del intenso ruido que hacía su despertador, Juan notó la hora que era; 7:15am. Con pocos ánimos, se levantó de la cama y fue al baño a alistarse para su primer día de escuela.

Por otro lado, con una sonrisa en la cara, y energías recargadas, el joven Roberto Guadarrama salió de su casa, entusiasmado por su primer día de clases. Sacó la bicicleta de la cochera y se fue en ella hacia la escuela.

Estaba feliz y tranquilo; su largo pelo flotaba con el viento que pasaba por su cara. Podía sentir que todo iba a estar bien, que ya no tendría que soportar el mismo infierno que tuvo que pasar en su anterior escuela. Mostrar quien es en verdad podría ser un problema, y sus padres tendrían que dejar sus nuevos trabajos como pasó hace unos meses, cuando la ansiedad lo estaba volviendo loco. Para no sufrir algo similar, Roberto ha decidido esconder quien es en realidad, por el bien de su familia.

Roberto, bruscamente, salió de sus pensamientos, pues había chocado con un chico de por allí y había caído encima de él.

- ¿Podrías fijarte a la próxima vez?-exclama el castaño, poniéndose de pie.

- Perdón, no fue mi intención-dice Roberto, levantando su bicicleta.- ¡Hey, tenemos el mismo uniforme! ¿Quieres que te lleve a la escuela en mi bicicleta? Sería una forma de disculparme.

- No te preocupes, mi clase empieza en media hora-le contesta el chico, más calmado.-Voy a pasar por la cafetería de la esquina.

- ¡Oh, claro! ¡Súbete, yo te llevo!

El chico de pelo castaño lo mira, arqueando una ceja; parecía algo molesto por la insistencia de Roberto.

- ¡Disculpa, debo irme!-exclama Roberto, para después montarse en su bicicleta y alejarse.

- ¿Pero qué le pasa a ese chico?

Un rato después de pedalear con todas sus ganas, Roberto llega al estacionamiento de su nueva escuela, donde deja su bicicleta encadenada a unos barrotes. El joven pelinegro corre hacia las escaleras, dispuesto a subirlas, cuando de repente se choca con dos alumnos que iban por el mismo camino.

- Perdónenme, no los vi-se disculpa Roberto.- Es que voy tarde a mi clase de educación física.

- ¿Te toca con la profesora Jiménez?-pregunta la chica.

- Así es, ¿a ustedes también?

- Exacto, ven con nosotros-dice el chico de pelos parados.

- Yo soy Laura y él es mi amigo, Komanche.

- Yo soy Roberto, es un placer conocerlos.

Roberto, Laura y Komanche corrieron por los pasillos hasta llegar a la cancha de voleibol de la escuela, donde la mayoría de los alumnos ya habían llegado. La profesora Jiménez regañó a todos los que llegaron tarde; minutos después, los alumnos fueron mandados a los vestuarios, donde se cambiaron el uniforme escolar por la ropa deportiva.

Roberto salió a la cancha de voleibol con sus otros compañeros. Con la mirada buscó a Laura y a Komanche, cuando los localizó, caminó hasta llegar a ellos. Son unos chicos muy agradables y tiene la esperanza de tenerlos como amigos.

- Okey, chicos-habló la profesora.- Antes de empezar a jugar, debemos calentar. No quiero que venga uno de sus padres diciendo que se les rompió una pierna porque no calentaron bien.

Los chicos hicieron algunos ejercicios de calentamiento, como rotación de caderas, brazos y antebrazos. La profesora quiso mostrarles el paso del cangrejo, otro ejercicio de calentamiento, para que los chicos lo copien.

- ¿Qué? ¿Pero cómo vamos a hacer eso, estúpida?-exclama Roberto, para después taparse la boca, dándose cuenta de lo que había dicho.

- ¿Cómo dijo, señorito Guadarrama?-pregunta la profesora, acercándose lentamente hacia él.

- Discúlpeme, profesora, no fue mi intención. Se me chispoteó.- Algunos alumnos intentan aguantar la risa por la palabra que usó Roberto al finalizar su disculpa.

- Creo que un día en detención no le hará mal; así aprenderá a contener las malas palabras en su boca. ¿Está de acuerdo?

- Sí, profesora-responde Roberto, desanimado.

- Esta tarde a las 3, se presenta en detención. No falte o me daré cuenta de eso.

Por otro lado, en esa misma escuela, Juan Guarnizo estaba haciendo un examen sorpresa que había puesto el profesor de Lengua Española. El examen era difícil, y más con aquella chica en su cabeza. Su nombre era Abril Garza, pero los demás la solían llamar Ari. Solo eso sabía de ella.

La había visto aquella mañana, caminando por los pasillos de la escuela, y se había sentido atraído por ella. ¿"Amor a primera vista"? Posiblemente. Le parecía mejor pensar en Ari, que tratar de adivinar lo que eran las oraciones yuxtapuestas.

Ari estaba en el mismo salón de clases que Juan, y este se estaba aguantando las ganas de girar la cabeza, ya que se quedaría un largo rato mirándola. Su belleza era algo indescriptible. Es increíble como el amor te hace pensar y actuar de una manera en la que no esperabas estar.

- ¡Hey tú! Ayúdame con el examen-ese susurro lo sacó de sus pensamientos. Juan dirigió su mirada hacia el pupitre de la izquierda. Era Víctor Calderón, un chico obeso que prefería que todos lo llamaran Ded, Dios sabrá por qué razón.

- ¿Qué? ¿Y por qué haría eso?-le contesta Juan, usando el mismo tono de voz.

- ¿Porque eres una buena persona?

- Lo lamento, amigo, pero no sé mucho de lo que puso el profesor en el examen.

- ¿Qué? ¿Y para qué usas lentes si no eres nerd?

- Tú también estás usando lentes, pero según parece, eres menos inteligente que yo.

- ¿Cómo dijiste, idiota?

- Que eres un TON-TO.

- ¡Señor Calderón, Señor Guarnizo!-exclama el profesor, enojado.- Como tienen tantas ganas de hablar, reúnanse en detención ¡a las 3 de la tarde!

- ¡Esto es tu culpa!-exclama Ded.

- ¿Mi culpa? Fuiste tú el que...

- ¡Silencio!-exclama el profesor.- ¿Quieren estar toda la semana en detención o qué?

Al llegar el mediodía, la campana suena y los alumnos recogen sus cosas para irse a sus hogares.

"No puedo creerlo" dice Juan, para sí mismo. "todos se van a sus casas y a mí me toca ir y regresar para acá, solo para estar en el mismo lugar que ese chico antipático".

En ese momento, Ari pasa caminando por los pasillos y Juan se le queda viendo. No parecía real que una chica como ella estuviera en el mismo universo que él. Necesitaba hablarle, tenía que encontrar alguna manera de que ella lo viera.

De camino a la salida, Juan se encontró con la pizarra de anuncios y se fijó en el anuncio de una guerra de bandas que tomaría lugar en la escuela, en un mes.

"¿Una guerra de bandas?... Suena interesante".

ESOS 4: La NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora