- Vamos, _______. Tu primera clase es a las diez y son las nueve. Mientras llegas a la universidad se hará tarde si no te apuras.
Cubrí mi rostro con una almohada, haciendo que Junmyeon suspirara de frustración otra vez.
Se había pasado como media hora entera tratando de sacarme de la cama, me había desanimado con lo de seguir con mi vida. No quería. A Junmyeon se le había ocurrido la hermosa idea de quedarse conmigo en su departamento lujoso en la punta de un rascacielos.
Cuando no lo volví a escuchar más pensé que había ganado y sonreí para mí misma. Me cubrí nuevamente con mi cubrecama, lista para volver a dormirme hasta nuevo aviso.
Pero antes de poder conciliar el sueño, algo cayó en mi cabeza, haciéndome saltar como un canguro al que acababan de atacar. Junmyeon tenía un vaso de agua en sus manos y una sonrisa enorme en sus labios.
- ¿Qué demonios tienes? - pregunté quitándome el agua de los ojos.
- Buenos días, solecito, ¿Cómo estás? Yo bien, gracias por preguntar - me extendió el vaso de agua, recibiéndolo con mi mano - Alístate, ahora.
Se dio media vuelta para irse de mi habitación.
- No soy una niña - le reclamé.
- Solo apúrate, _______. Te dejaré en la universidad.
- ¿No confías en mí? - pregunté, haciéndome la ofendida. Yo también desconfiaría de mí. Tenía que admitir que había planeado hacer como si estuviera yendo todos los días a clases y en vez de eso regresar a casa para seguir con mi larga siesta.
Junmyeon abandonó mi habitación dejando la pregunta en el aire.
(...)
- Te vas a morir de frío con eso - comentó Junmyeon, colocándose su pesado abrigo.
Me encogí de hombros, crucé mi bolso rojo donde llevaba mis papeles, mi horario, lapiceros y cosas como esas. Solo llevaba un delgado abrigo y afuera estaba nevando. Igual no importaba. Solo iba a ir a escuchar una estúpida clase, acabaría con esa, iría a la siguiente y después regresaría al departamento. Esa sería mi rutina.
- Toma - dijo, extendiéndome una tarjeta de regalo de Starbucks.
Vi la cantidad que tenía acumulada y era de cien wons.
- ¿Para qué es? - pregunté confundida.
- Puedes invitar a tus amigos a un café; puedes hacer nuevos amigos.
- Sobornarlos con café de por vida no me va a ayudar a conseguir muchos amigos. Odio el café, por si no recuerdas.
- Pero amas las galletas de allí. Solo trata de ser amable con los demás, _______. Ellos quieren ver a la antigua tú.
- ¿Y quién es la antigua yo?
- La que tiene esa sonrisa enorme en su rostro el setenta por ciento del día - aclaró - ¿Esta es la parte en la que te llevo de la mano hasta la puerta de la universidad y me encargo de avergonzarte?
- Ya me estás avergonzando. Dios, todo el mundo está viendo tu auto como si fuera oro. ¿No puedo tomar un taxi y ya? - reclamé. Él automáticamente negó con la cabeza.
- Estoy seguro de que nunca vendrías a la universidad - se expresó - Eh, ¿_______?
- Dime.
- Hoy vamos a cenar en la noche.
- ¿Una cena de verdad? La última vez que intentaste cocinarme algo no resultó muy bien que digamos.
- Llamaste a los bomberos y ni siquiera había empezado a cocinar, eso es no tenerme confianza - se quejó, cruzando sus brazos por encima de su pecho, viéndose como un niño pequeño haciendo berrinche.
- ¿Por qué siento que esta es otra clase de cena? - pregunté.
- Va a venir una amiga a cenar con nosotros.
- ¿Qué tipo de amiga? ¿'Amiga teniendo sexo contigo pero no eres nada serio' o 'amiga que quiero que sea más que una amiga'? ¿O...?
- O... recuerdas que soy tu padre y hablar de sexo frente a mí debería ser vergonzoso para ti.
Rodé mis ojos y me reí.
- Nos vemos después, Junmyeon - dije abriendo la puerta del auto.
- Suerte, la vas a necesitar. Trata de no matar a nadie hoy, ¿De acuerdo? - me suplicó con la mirada.
- No prometo nada.
(...)
Las clases habían terminado para mí por hoy. Al fin.
La universidad no estaba mal, tenía un enorme campus lleno de espacios verdes en donde podrías tomar aire en verano; hoy no, por supuesto, a menos que quieras congelarte, sobre todo si no le hiciste caso a tu padre y viniste con el abrigo menos abrigador del mundo.
Había tratado duramente de seguir los consejos de Junmyeon pero es muy difícil sonreír en estos momentos para mí. Porque no se fingir sonrisas y si estoy con mi cara seria pocas personas se acercan para interactuar conmigo. Ya iba a terminar el día y tenía exactamente cero amigos nuevos. Definitivamente, iba a morir con mis cientos de gatos. Oh, soy alérgica a ellos. Entonces moriré sola.
Para salir de aquí tenía que cruzar el enorme campus, lleno de estudiantes haciendo vida social, para poder tomar un taxi e irme a casa a hacer cualquier cosa. Probablemente haré lo mismo que hago todos los días, torturarme revisando las mismas fotos cada dichosa hora de mi tiempo libre.
A pesar de estar tan perdida en mis pensamientos, por suerte, fui consciente cuando un balón de fútbol americano venía directamente hacia mi cara, me agaché en el suelo evitando que me golpeara fuertemente.
Recogí el balón y me levanté del suelo. Si esto no había sido un accidente podría darse por muerta la persona que lo lanzó.
Un chico de ojos marrones estaba frente a mí sonriéndome como si fuera un animalito del zoológico. Fruncí el ceño realmente extrañada por el muchacho.
- ¿Tu lo lanzaste? - pregunté.
- Sip - respondió, haciendo remarcar la 'p' en su respuesta.
- Supongo que fue un accidente. Toma tu balón - dije, extendiéndole el balón.
- Oh, no. Solo te vi venir y te lo lancé - respondió divertido.
- ¿Acostumbras lanzarle balones a todas las chicas que ves?
- Oh, no. Solo a las que son lindas.
- Haré como si no te he escuchado, eres raro, ¿Te lo han dicho? - pregunté.
- Frunces mucho el ceño para ser tan joven, ¿Te lo han dicho?
- Yo no... - genial, estaba frunciendo el ceño - Olvídalo.
- ¿Quieres escucharme cantar una canción? - me ofreció.
Y fue ahí cuando me percaté de la guitarra acústica que colgaba de su cuerpo.
- No, adiós - me despedí, siendo nada amable. Junmyeon estaría tan decepcionado.
Empecé a caminar hacia la salida y el chico me imitó. Comenzaron a sonar acordes que salían de su guitarra, ¿Él de verdad...
Me di cuenta de que sí cuando ya no solo tocaba la canción, sino que ahora también la estaba cantando.
"It feels like a perfect night to dress up like hipsters
And make fun of our exes, uh uh uh uh.
It feels like a perfect night for breakfast at midnight
To fall in love with strangers, uh uh uh uh."
Seguí caminando tratando de ignorarlo pero al parecer se había empeñado en molestarme y seguía cantando, haciendo que todas las persona que estaban en el campus de la universidad tuvieran fija su atención en nosotros. Las chicas aplaudían y otras se dedicaban a comerse con la mirada al muchacho. Y bueno, yo solo quería irme y librarme de él.
"I don't know about you, but I'm feeling 22
Everything will be alright if you keep me next to you.
You don't know about me, but I bet you want to
Everything will be alright if we just keep dancing like we're 22, 22."
Llegué finalmente a las enormes puertas principales de la universidad y sí, el chico seguía cantando la canción de Taylor Swift. Era como tener mis audífonos conectados en este momento, solo que ahora tenía la voz en vivo. Se me escapó una risa involuntaria de mis labios y probablemente estaba sonrojada en este instante.
"It feels like one of those nights
We ditch the whole scene.
It feels like one of those nights
We won't be sleeping.
It feels like one of those nights
You look like bad news.
I gotta have you, I gotta have you."
Detuve un taxi finalmente, justo cuando la canción había terminado. Esta a punto de entrar en él e ignorar el incómodo momento que acababa de pasar con el chico pero él me sostuvo la mano, evitando que entrara al auto.
- ¿Ahora qué? - pregunté irritada.
- Está bien dejar de gruñir por un rato, amargada - me dijo.
- No me digas amargada, no soy una amargada.
- Oh, sí lo eres. Pero acabo de regalarte algunos segundos de alegría, así que me debes una. Me puedes pagar de muchas formas, como...
- ¿Planeas que me acueste contigo?
- Oh - se rió - Pensé que eras de las chicas que iban despacio pero está bien por mí. ¿En tu casa o en la mía?
- Y... yo, no quise decir eso - tartamudeé estúpidamente.
- Lo sé - dijo y después se rió - Nos vemos después - depositó un largo y suave beso en mi mejilla para después abrir la puerta del taxi, permitiéndome entrar en él. - Soy Jung Yong Hwa, por cierto. Yong Hwa para ti - me guiñó un ojo diciendo esto.
Podía seguir negándolo pero ese chico acababa de darme un minuto de felicidad, felicidad que no sentía desde hace mucho.