El farol definitivo

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—¡Maldito lanzallamas! —le gritó Gray a Natsu según llegó al gremio—. ¡Por los daños que causaste nos van a quitar la mitad de la recompensa!

—¡Yo no causé ningún daño, estúpido cubo de hielo! —le devolvió.

—¿Cómo que no? ¡Media ciudad acabó arrasada!

Dicho eso, le lanzó un puñetazo. Por supuesto, Natsu no se quedó quieto y comenzaron una pelea dentro del gremio bajo la mirada indiferente de muchos miembros para los cuales aquello era rutinario.

—¡Yo no tengo la culpa de que las casas prendieran tan rápido!

—Pero ¿cómo se puede ser tan idiota? —se quejó.

—¡¿A quién llamas idiota, exhibicionista?!

—¡No me llames exhibicionista! —protestó enfadado.

—¡Entonces ponte la ropa!

Gray se observó el cuerpo y se horrorizó al ver que estaba en calzoncillos. Con eso, Natsu dejó de ser el objetivo prioritario para centrarse en la mujer que llevaba meses con su intento desesperado de corregir esa manía.

—¡Juvia también peleará contra esos cuerpos sudorosos! —exclamó ella mientras se acercaba a ellos y se quitaba la parte de arriba.

Gray corrió hasta ella y la detuvo de seguir quitándose la ropa.

—¡Te he dicho que no hagas eso! —la reprendió, y la agarró por los brazos para inmovilizarla.

Pero ella se aproximó más hacia él y, en el proceso, sus pechos sólo cubiertos de encaje se juntaron, lo que hizo que en apariencia aumentaran de tamaño. Gray se los quedó mirando y Juvia compuso una sonrisa traviesa que inflamó las ansias del mago. Éste no pudo evitar observarla con detalle y repasar a la mujer de arriba abajo.

Meses atrás, cuando iniciaron su noviazgo, Juvia se había quejado de que Gray fuese tan descuidado con la ropa. Estaba harta de que otras mujeres pudieran apreciar el cuerpo de su novio. De modo que había optado por hacer lo mismo que él para que sintiera lo que era que los ojos de otros hombres estuvieran sobre ella.

Por supuesto, a Gray no le había hecho ni pizca de gracia la estrategia, aunque para Natsu, el problema era lo que venía después, porque al ver a su novia semidesnuda, como si fuese un acto reflejo, a Gray le asaltaba el deseo por ella y desaparecían del lugar.

Natsu le estudió mientras la miraba y pudo notar que el ambiente entre ellos cambiaba. Era lo que sucedía siempre que Juvia se metía por medio con poca ropa. Y de ahí que supiera que la pelea había terminado a pesar de estar divirtiéndose con ella.

Porque tras eso, siempre se daba el mismo resultado: Gray arrastrando del brazo a Juvia para sacarla del gremio y entretenerse en su casa como los adultos que eran.

Que fue justo lo que pasó.

—¡Entonces, he ganado! —le gritó Natsu a Gray cuando casi estaba ya en la puerta.

Gray lo despachó con la mano y Natsu refunfuñó. El hecho de que Gray aceptara de forma tan fácil que él ganara llevaba tiempo haciéndole reflexionar. Para empezar, ellos no eran la única pareja que había en el gremio y por eso sabía que el ambiente también había cambiado con ellos. Incluso a veces podía olerlo... como le había sucedido ahora con esos dos.

De modo que llevaba un tiempo con una sensación intensa de curiosidad. No era tan estúpido como para no saber a qué habían ido, pero le hacía preguntarse cómo aquello podía subir tanto en la escala de prioridades de alguien cuando no hacía tanto que peleaban hasta caer exhaustos por defender su posición en una discusión.

La propuesta definitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora