Primera lagrima

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Último día de vida.

Severus se preguntó como es que había llegado a esa situación, o tal vez ya lo sabía y ahora lo estaba aceptando. La continua tos que tenía debería haber sido una señal o tal vez las constantes migrañas que lo atacaban por las mañanas y tal vez el sangrado que tenia en la boca luego de una ataque tos debería haber encendido las luces en su mente. Pero decidió ignorar todo y seguir haciendo su vida.

No había sido una gran persona debía admitir, incluso todos lo consideraban un bastardo y para que negar lo innegable, si todos tenían razón. Era un completo bastardo y aunque había cambiado un poco su actitud en los últimos años nada justificaba los años de abuso psicológico que había infligido a sus alumnos. Y mucho más a la generación de Harry Potter. Y hablando del mocoso, en ese momento estaba entrando por las puertas de la enfermeria, su túnica de auror revoloteaba a su alrededor y sonrio pensando que el mocoso hacia un par de años atras había estado copiando por los pasillos del colegio su tan acostumbrada marca registrada. Se había divertido viéndolo ir de un lado a otro, e incluso algunas veces tropezar con el dobladillo de la capa, había sido una linda diversión durante un par de días hasta que el mocoso entró en la escuela de Aurores. Hace 5 años que no veía la cara del ojiverde. Y tal vez no debía sorprenderse de lo bueno que estaba, de como su túnica se ajustaba a los músculos de su cuerpo, de su imponente altura y su rostro maduro que ya le daban una apariencia de hombre.

No debería hacerlo, pero lo hizo, lo recorrió de arriba a abajo sin tapujos y sonrio satisfecho cuando el ojiverde lo miro totalmente sonrojado. Consiguiendo lo que quería con solo una mirada. Harry lo primero que hizo fue acercarse a Snape y pegarle un cachetazo, y si bien Harry tenía mucha fuerza esta vez se controló solo por su situación.

- Eres un completo imbecil - Severus se llevo la mano a su mejilla lastimada y miro con una sonrisita al ojiverde.

- Deberías saludarme así más seguido - la diversión con la que Severus dijo eso hizo que Harry se relajará un poco y perdiera la seriedad con la que venía.

- Cierra la maldita boca y escúchame bastardo - Severus levanto una ceja pero se acomodó para escuchar al ojiverde - Lo único que tenias que hacer era mantenerte sano y ni eso pudiste hacer - Severus pensó que su alimentación a base de tostadas con café y uno que otro sándwich de pollo había sido suficiente para su estomago, incluso se permitía uno que otro permitido, como una copita de Whisky de fuego. Pero al parecer para Harry no era suficiente, ¿Debería agregar otro café a la tarde?

- ¿¡Al menos puedes escucharme!? - y en ese momento se dio cuenta que estaba ignorando al ojiverde. Ups.

- Discúlpeme señorito, pero no sabía que estaba casado con usted, no sabía que tenía que prestarle atención a su cháchara - Harry se irritó y pateo la silla que estaba junto a la cama de Severus.

- ¿Porqué estas tan calmado? - el ojinegro se encogió de hombros y tapó con la sábana hasta su cintura - Eres tan irritante - Severus estuvo de acuerdo, solía ser demasiado irritante para todos y ya no se molestaba en desmentirlo.

- Entonces, ¿Por qué estás aquí? - Severus interrogó al ojiverde que se paseaba de un lado al otro frente a la cama del mayor, y el cual solo lo miro antes de acercarse a él y sentarse en la silla que antes había tirado de una patada al suelo.

- Porque eres un imbecil - dijo Harry.

- Eso ya lo sabia, pense que vendrías con alguna novedad - Severus comento divertido tomaba las gafas del menor para juguetear con ellas.

El ojiverde se sobresaltó cuando ya no pudo ver bien e intentó arrebatarle a Severus sus gafas, pero Severus puso su gran mano en la cara de Harry y lo alejó, sosteniendo de solo una patita con su otra mano las gafas del menor. Comenzó a girar los lentes, y noto que seguian siendo igual de débiles que cuando el chico entro al Comedor con 11 años. Severus se preguntaba porque no los tiraba a la basura y se compraba otros. Así que él le hizo un favor, soltando la cara del chico, tomo por las patitas a las gafas y las partió por la mitad.

Dos lagrimas y una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora