Capitulo 3

94 19 2
                                    

Una vez regresó de la sala, YoonGi seguía pensando en su trabajo y en por qué lo hacía. Sabía que prácticamente tenía la vida hecha y era excelente en ello, le gustaba, pero hace un tiempo había dejado de sonreír y ya no sentía felicidad al ganar un caso. Sino que se convirtió en su trabajo. Y ahí comprendió a su padre, cuando le dijo que no mezclara una afición con el trabajo, porque le terminaría pasando la cuenta.

Un bostezo sin disimular lo hizo salir de su ensoñación.—¿Y por qué casi arrolló a un pequeño canino, señor Min?—preguntó el veterinario que con la bata blanca se veía demasiado pálido. Sus mejillas se calentaron y bebió un poco más de café antes de pensar bien sus palabras.

—Bueno, no me digas señor, en primer lugar. Por otro lado, lo lamento mucho, aunque a ti no te debo dar las disculpas del todo, fuiste imprudente, pero comprendo el porqué.—comentó mirando hacía la sala de cirugía, donde aún se encontraba el pequeño perrito.—Si no te molesta, estaré aquí hasta que te vayas y volveré por el perrito, quizás logre encontrarle un hogar.—musitó.

—No creo que vaya a casa esta noche, nuevamente.—balbuceó con los ojos brillantes por el sueño.—Así que puede quedarse, pero no tengo camas o algo que no sea una silla de plástico para su comodidad.—sonrió mostrando sus dientes y despeinó un poco sus cabellos para volver a ordenarlos una vez que cayó en cuenta que YoonGi no había respondido a su pregunta.—No me respondió lo que le pregunté.—frunció el ceño y comenzó a desconfiar del mayor. Debido al sueño no pensó en quién sería ese hombre y si era seguro estar tan tarde ahí. Inmediatamente se arrepintió de no contratar a esa empresa de seguridad para dentro de la veterinaria.

—Yo sólo vengo de Seúl. La mayoría de los días trabajo hasta muy tarde, pero creo que hoy el sueño me pasó la cuenta y por eso quería llegar tan rápido a casa. Temía causar un accidente.

—Lo cual casi hace.—le interrumpió el pelirrojo, haciendo que Min rodara los ojos.

—Pero no lo hice. Y ahora estamos aquí cuidando a un pequeño, así que detente con esa mirada tan acusadora, que soy un cliente y me haces sentir incómodo.

—Los clientes pagan por mi trabajo y esto lo estoy haciendo por amor, así que puedo darme el lujo de hacerlo sentir incómodo.—arrugó la nariz y frunció las cejas, mirándolo con recelo.

—¿Quién dijo que esto sería gratis?—preguntó Min con el tono que utiliza en el trabajo.—Porque tú estás trabajando y yo pagaré por tu sabiduría y servicio.—Hoseok creyó escuchar a un cretino de primera línea.

—Pues no necesito su dinero.—le reclamó.

—Pero yo quiero pagarte. Mírate, siquiera has dormido bien.

—No es su problema si duermo o no, sólo estoy haciendo mi trabajo.—gruñó.

—Y por eso pagaré.—bebió su café y sonrió, sabiendo que tenía la razón.—Este es tu trabajo, y por mucho que lo ames, estudiaste para esto. No debes hacerlo por caridad, por mucho que creas que es tu deber para con el mundo. Abre los ojos y cobra por tu inteligencia.

Hoseok quedó mudo, no porque lo esté odiando, o un poquito si. Pero es porque realmente tenía una pizca de razón. Siempre cobraba menos, ayudaba a animales callejeros, contribuía con lo que podía y aún así sabía que no estaba ganando nada. La mayoría de su dinero "ganado" se iba en comprar más medicinas, artefactos tecnológicos nuevos o simplemente juguetes para animales. ¿Hace cuánto no compraba algo para sí mismo?

—Lo siento.—murmuró YoonGi.

—¿Por qué lo sientes?—preguntó Hoseok algo desganado y apunto de hacer un mohín con sus labios.

—Porque estás pensando, y creo que tu cabeza no está tan acostumbrada a hacerlo.

Ambos rompieron en carcajadas y se callaron unos segundos después, porque les preocupaba que el canino les escuchara y pudiese ponerse nervioso ante ruidos fuertes y de personas desconocidas. Con lo que le pasó, no le sorprendería que desconfiara de la gente y se asustara demasiado rápido.

—La verdad es que tienes razón. Con suerte y tengo para vivir, pero nunca cobro o cobro menos de lo que debería, sobre todo si son amigos o familia que vienen con sus amiguitos animalitos.—pensó en voz alta.—Pero me da vergüenza cobrar demasiado, a pesar de que sé que algunas cosas son más caras que otras, pero los rostros desilusionados de las personas...—suspiró.

—Espera, ¿Hoseok, no?—preguntó retóricamente mirando la placa del menor, entonces el contrario asintió y sonrió apenado cuando vio al mayor sentarse de cuclillas frente a él.—Mira, entiendo tu vergüenza, tu pena y compasión, pero estudiaste y te esforzaste. Estás trabajando en una clínica veterinaria, que a la mierda si no es tuya, pero amas lo que haces. No puedes cobrar menos por lo que sabes, resulta ridículo de sólo pensarlo, las personas que exigen un descuento no siempre es porque no tienen dinero, sino porque saben cómo es tu personalidad y les darás la oportunidad de verte la cara de caritativo que tienes.—su ceño se frunció y el puchero en Hoseok fue más notorio.

—Y si tanto amas tu trabajo, también te debes amar tú. Mírate, no has dormido, quizás siquiera sales por algo de aire o agua fresca, con sólo mirar tu tes lo puedo notar. Si quieres, puedes enseñarme ahora cómo ver que el perro esté estable y tu descansas un poco. Prometo no robar nada, y si te resulta más seguro, aquí tienes mi tarjeta de ciudadano.—se levantó y tomó su cartera, sacando de la misma una tarjeta y la depositó sobre el escritorio.

—No es necesario que duerma, sólo...—Min suspiró.

—Sólo enséñame y ya te despierto en dos horas. ¿Te parece?—preguntó.

—Eres un completo extraño.

—Soy Min YoonGi, 32 años. Vivo aquí hace un par de meses, soltero y totalmente devoto ante los animales, sobre todo se los perros. Abogado en el buffet Kim Family. He sido quién aboga por varias personas influyentes y les ayuda a salir de su mierda. ¿En serio crees que sería capaz de robar algo?¿O temes que robe tu corazón?

—¿Mi corazón?—preguntó algo incómodo.

—Tranquilo. Sólo bromeaba, pero en serio descansa.—pidió.

Hoseok se levantó de mala gana y sonrió, avanzó hasta una sala y le pidió a YoonGi en silencio que le acompañara.—¿Qué hay aquí?—preguntó el mayor.

—Debes lavarte las manos y colocarte al menos algo limpio arriba para que te acerques a la sala de cirugía.

YoonGi aceptó e hizo lo que se le pidió, pero no le agradó tanto la idea de usar una bata que le llegaba hasta las rodillas casi (bueno, quizás exageraba un poco). Aunque Hoseok intentaba no reírse, pero notó cómo colocaba su mano en su boca para ocultar su sonrisa.—Creo que te faltan un par de centímetros.—bromeó Hoseok.

Ambos caminaron nuevamente juntos, llegando a la sala de cirugías y YoonGi se sintió como en una película. Era como una sala de hospital, pero con mucho más instrumentos, o eso recordó, porque la última vez que estuvo en una fue cuando se sacó la apéndice de urgencia. Hablaron sobre lo increíble que se veía todo y cómo podría notar cuando había una anomalía en la estabilidad cardíaca del cachorro. YoonGi casi llora nuevamente cuando lo ve totalmente dormido, parecía muerto, pero el sonido de la máquina le hacía saber que seguía junto a ellos.

—Ahora ve a descansar.—le sonrió YoonGi haciendo una reverencia corta, en busca de despedirlo. Hoseok hizo caso a duras penas, pero muy agradecido por aquel buen señor.

Una vez llegó a la sala principal, donde se hace la recepción de los pacientes se echó sobre el escritorio donde se encontraba aún la tarjeta de YoonGi. La foto se veía poco reciente, pero mantenía el mismo semblante serio, Min YoonGi  leyó y sonrió con pereza, entonces decidió entregarse un momento ante los brazos de Morfeo.

Pero un aullido lamentable y necesitado le hizo querer llorar, había olvidado apagar la luz de la sala de descanso, donde las nuevas mascotas de su hermana estaban mejorando.—¡Dios mío, yo no te pedí nacer pendejo! pero así lo decidiste.—medio lloró. Pero el sonido desapareció y se sintió nuevamente en paz consigo mismo para caer derrotado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 03, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

No caeré| m.y.g x j.h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora