2.- Él

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Y cuando creías que ya conocías todos los trucos de magia, alguien decide sacarse de la chistera unas gemelas siamesas teniendo sexo lésbico.
         La búsqueda de nuevos entretenimientos ha dado a luz a uno de los mayores escándalos de la historia moderna: el teatro pornográfico. Se acabaron les pechos de plástico detrás de una pantalla. Está de moda ver los pechos de plástico en directo, y con diálogos muchos más complejos que el clásico “Lo siento pero no tengo dinero para pagar sus servicios, señor fontanero”.
         Una brisa de aire fresco en verano para los modernos. Un sacacorchos en la rodilla para los clásicos. Nuevas formas de alimentar la imaginación de los pajilleros de ambas clases.
         Ha sido un boom en el sector, un giro de ciento ochenta grados que ha dejado fuera al noventa y nueve por ciento de los actores y actrices porno del momento. Ningún director busca ya mujeres despampanantes capaces de llevarse dieciocho centímetros de carne a la boca. Se acabaron los hombres con el rabo más grande que el cerebro y bíceps más abultados que su cabeza. Las cosas han cambiado, y ahora se buscan más aquellos actores que pueden memorizar un guión medianamente largo, y no lo olvidan mientras echan un polvo. Cientos de personas intentan aprovecharse de este hecho. Yo soy una de esas personas.
         Estoy sentado en una butaca mientras el director de la obra –un hombre demasiado gordo como para cumplir sus fantasías sexuales personamente sin pagar una suma considerable de dinero- nos habla del proyecto. Nadie le presta mucha atención, en su lugar nos observamos unos a otros.
         A mi derecha se sienta una cincuentona de tetas caídas. El pelo corto no le hace ningún bien a su rostro, únicamente le da el aspecto de una persona que intenta aparentar menos edad de la que tiene con poco éxito. Si a su presencia en el casting le sumamos la ropa de marca que lleva, y el anillo de casada que reluce en su dedo, obtenemos un marido infiel con posibilidad de divorcio.
         A mi izquierda se sienta un chico de poco más de veinte años de edad, mirando en todas direcciones de forma nerviosa. La piel de la cara se le pega a los huesos como si fuera dos tallas más pequeña de  lo que debería. Es un joven alto, y a juzgar por el bulto de sus pantalones vaqueros, ya se está follando a alguien en su cabeza. El chaval es de los que sólo vienen a mojar gratis, hay al menos uno de estos en cada casting. Ninguno de ellos suele pasar la prueba interpretativa y se vuelven a casa con las manos vacías y los huevos llenos.
         Las miradas de los asistentes por fin se dirigen al escenario: la primera aspirante a actriz de teatro pornográfico de la noche se convierte en el centro de atención. Y ahora, cuando siento cómo cada curva de su cuerpo se graba a fuego en mi mente, cuando su voz retumba en mi cabeza como una nana celestial, cuando me pierdo en la profundidad de sus ojos azules, es cuando eyaculo y me doy cuenta de que mi mundo se acaba de ir a la mierda.

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⏰ Última actualización: Feb 02, 2015 ⏰

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Fallo distópico renalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora