Lunes 5 de Septiembre, 2022
Subí a mi bicicleta y emprendí el recorrido hacia la casa de Sophie. El sutil sol de la mañana se atravesaba entre los árboles. Se oía el sonido de las olas estrellarse contra la costa. Nunca había estado en tanta paz.
Hasta que choqué contra Sophie.
Mi bicicleta cayó a un lado y me sujeté de su hombro para no salir volando yo también. Sin embargo, ambas caímos al hormigón. Mis rodillas rozaron el suelo con fuerza y sus manos sufrieron la misma caída forzosa.
—¡Pero en qué planeta estabas! —gritó mi amiga en cuanto me vio. No sabía cuál, pero la Tierra no era.
—Habíamos quedado en que pasaba a buscarte —recordé. Su expresión se transformó por completo, formando una o con su boca. Sonreí. Es imposible estar molesta con ella por más que mis rodillas digan lo contrario.
Sophie es mi mejor amiga desde que puse un pie en la ciudad. Siempre hemos sido muy pegadas la una a la otra y es la única que me comprende de pies a cabeza. Ha sido la encargada de ponerme al tanto de todo en cada momento.
—Se nota que el sol te ha dejado marca.
Mi piel se bronceaba con mucha facilidad, por lo que, desde que había comenzado el verano, esperaba que adquiriera un color similar. En cambio, Sophie apenas solía broncearse. Aunque estuviera días bajo el sol como un lagarto, lo único que dejaba el sol en ella era la piel achicharrada y un suave color rojo en sus mejillas.
—Ni lo digas. Tú estás más blanca de costumbre —Fue satisfactorio ver cómo me fulminaba con la mirada.
Hicimos el resto del camino a pie, guardándome el dolor para mis adentros. No había logrado que sangraran mis rodillas, pero tenían un color bastante vivo cada una. A unos metros del instituto, pude notar el degrado que tenía aquel centro. Se notaba que habían dejado de pintarlo por fuera puesto que la sal del mar al frente de este estropeaba todo el metal y el hormigón de aquel sitio. No había siquiera entrado y ya veía arena en el suelo de la entrada y en la gran estatua del fundador en medio del patio, Frank Winverton, las marcas por la sal del mar. El portón chillaba como de costumbre, y millones de alumnos pasaban hablando sobre sus interesantes vacaciones.
Mientras íbamos en dirección a dejar nuestras bicicletas en el anclaje para estas, aparté la mirada al notar quiénes se asomaban. Al verme, Sophie hizo lo mismo. Allí venían todos juntos, como si fueran Los Vengadores.
En la cabecera iba Max, con esa tez y músculos demasiado tonificados por estar horas surfeando. Provoca náuseas el hecho de que siempre radiaba excesiva confianza y nunca bajaba la cabeza. Me da vergüenza admitir que alguna vez me haya resultado atractivo, como a medio pueblo.
Prendida a su brazo como garrapata estaba Chiara. Era molesto ver lo arreglada que estaba. Con solo ver su cara se notaba lo embobada que estaba con Max. A diferencia de todas las demás chicas, ella sí era su novia.
A su izquierda estaba Scarlett. El carácter de la pelirroja es una de las características más llamativas de su personalidad, junto a su aspecto arriesgado, como si no le importase nada. Casi se parecía a Sebastian.
Hablando de Sebastian, este no podía faltar. Bueno, debería decir Sebas. Aquella que se frustra por Max va derechito a los pies del capitán de fútbol. No es sorprendente que tenga novia cada semana. ¿Quién podría soportar a una persona así más de un día entero?
Y por último, estaba Luke. Luke no parecía tan falso como los demás. Tenía esa esencia adorable que lo hacía algo diferente e interesante. Supongo que no tengo una visión tan negativa de él.
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Secretos de un verano
Mystery / ThrillerDrowetown: Un pueblo donde el mar es tan profundo como los secretos que guarda. Los días de fiestas y playa han acabado. Para algunos era una pena. Para otros que disfrutan de destacarse en el aula era toda una ventaja. Además, los de último año de...