𝓣𝓱𝓮 𝓔𝓰𝓰

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Ibas de camino a tu casa, cuando moriste.

Fue un accidente.

Ibas manejando y chocaste. Nada particularmente muy escandaloso ni muy mediático, pero sí fatal.

Dejaste atrás a tu esposa, tus dos hijos y tu perro. Fue una muerte sin dolor. La gente de urgencias trató de revivirte, pero créeme que fue mucho mejor que no pudieran.

Y aquí estamos. Ahora, ahora nos conocemos.

— ¿Qué pasó?— preguntaste intrigado— ¿Dónde estoy?

— Falleciste— te respondí tranquilamente. Ya que, no hay necesidad de usar palabras tristes.

— Había un camión… e iba zigzagueando…

— Ajá.

— Me… ¿Me morí?

— Ajá, pero no te preocupes que todo el mundo muere, alguna vez— respondí.
Miraste alrededor, a la nada. Porque estamos en un lugar donde hay nada.

Sólo estamos tú y yo.

— ¿Qué lugar es este?— preguntaste muy preocupado— ¿Es esto lo que hay después de la vida?

— Hmmm, más o menos.

— ¿Eres tú Dios?

— Ajá. Yo soy Dios.

— Mis hijos… mi esposa…

— ¿Qué pasa con ellos?

— Ellos van a estar bien ¿Verdad?

— Esto es lo que me gusta ver. Acabas de morir y tu primera preocupación es tu familia. Eso es algo excelentemente bueno.

Me miraste con fascinación. Para ti, yo no era como imaginabas un Dios. Sólo me veía como un tipo. O tal vez, una mujer. Tal vez como una vaga figura autoritaria. Más como mentor que un Dios todopoderoso.

— No te preocupes— continúe— Ellos estarán bien. Tus hijos te recordarán como el papá perfecto, ya que no tenían edad suficiente como para tener distintas perspectivas de las cosas y discutirlas contigo. Tu esposa llorará hacia afuera, pero por dentro se sentirá aliviada de que hayas muerto. Veras, tu matrimonio se estaba yendo directo al divorcio. Si es que te sirve un poco de consuelo, ella se sentirá horrible por haberse aliviado.

— Oh… — respondiste con preocupación— ¿Y ahora qué pasa? ¿Me voy al infierno? ¿Al paraíso?

— A ninguno. Ahora, te vas a reencarnar.

— Ah entonces los Hindús eran los que tenían razón sobre la religión.

— Bueno, todas las religiones tienen la razón, de alguna forma. Ven, camina conmigo— me seguiste el paso, mientras atravesábamos el vacío.

— ¿Hacia dónde vamos?— preguntaste.

— A ningún lado en particular. Sólo me gusta hablar mientras camino.

— ¿Cuál es el punto?— dijiste un poco indignado— Cuando renazca estaré en blanco y no recordaré nada ¿Verdad? Seré un bebé que no esabe nada de mis experiencias y mi vida recién pasada. Nada de lo que hice, importará.

No es tan así. Dentro de ti, tienes todas las experiencias de tus vidas pasadas, sólo que no las recuerdas. Te tomé de los hombros y te dije:

— Tu alma es mucho más magnífica, hermosa y grande de lo que puedas imaginar. La mente humana sólo puede contener una pequeña fracción de lo que eres. Es como cuando tocas con un dedo un vaso para saber si está frío o caliente. Pones una pequeña parte de ti en el vaso y luego lo sacas, porque ya tienes todo el conocimiento que podías sacar de ese vaso. Has sido un humano por los últimos 48 años así que aún no puedes estirar y sentir el resto de la inmensa conciencia que tienes. Si te quedas aquí lo suficiente, empezarías a recordar, pero no hay razón para que hagas eso entre cada vida, porque volverás a olvidar.

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