sette

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Ya eran las cuatro de la tarde del día siguiente. El joven Jeon se encontraba sentado en la mesa de la casa de Jimin.
El día anterior hablaron todo lo que quedaba del día y el mayor le dió la dirección de su casa para así poner en marcha la idea que tenía en mente.

Jungkook miró detalladamente cada cosa que estaba en la mesa. Habían hojas, algunos objetos que no sabe lo que son, y hasta pequeñas figuritas de juguetes. Ninguna de ellas tenían un color en particular, pero tampoco las veía totalmente blanco y negro. Así como la foto que Park le había enviado el día anterior, estas tenían un color grisáceo con sub tonos de colores que evidentemente no conoce.

– Bien, estas son algunas de mis cosas.

La voz de Jimin captó completamente la atención del contrario, sus grandes ojos fijándose solo en él y dejando las demás cosas de lado. Casi olvidando el verdadero motivo por el cual estaba allí.

– Quiero que veas esa hoja de allí. ¿Como la ves?

La vista de Jungkook pasó rápidamente hacia donde el índice de Park apuntaba.

– Es como la foto de ayer, pero esta vez el color es un poco diferente.

Jimin asintió y tomó la hoja entre sus manos.

– El otro color que no es muy claro es el rojo. Representa fuertes emociones, incrementa la pasión e intensidad y simboliza el amor. Es el color de todas las pasiones, del amor al odio. El color de los reyes y del comunismo, de la alegría y del peligro. No es de mis colores favoritos, pero es muy lindo.

Jungkook escuchaba todo atento, dando el máximo para concentrarse en lo que decía el contrario y no en sus labios.

– Sé que no puedes verlo completamente y solo ves más o menos algo, pero estás casi cerquita de verlo.

El más alto negó sonriendo.

– En realidad, lo estoy viendo ahora mismo. Es un color muy fuerte.

Jimin abrió los ojos y la boca por igual completamente sorprendido. Su plan estaba funcionando a la perfección y logró hacerle ver un color.

– Mierda, Jungkook, eso es increíble. Y dime, ¿te gusta el color?

– Tus labios son casi rojos, Jimin, ¿sabías eso?

El mencionado se quedó estático ante aquello que había dicho el menor.

– Dios, tus mejillas también. ¿Esto es a lo que se le llama sonrojarse?

 ¿Esto es a lo que se le llama sonrojarse?

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Colors Kookmin AU¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora