Primera vez

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¿Qué decir?

La verdad que esto no lo planeé. Solo fue algo de un momento a otro que ahora iba a durar para siempre y me gustaba de esa forma.

Su celo había llegado y el no había tomado ningún supresor, al inicio solo trate de ayudarlo pero el parecía desesperado, era bueno saber que era alfa, así no tendría que lidiar con mi resistencia a lanzarme sobre el.

Pero mientras lo llevaba a su cuarto, el tiro de mi brazo y me miró con deseo. Sentí como una corriente eléctrica recorriera mi columna. Sin pensarlo simplemente lo adentre a la habitación y lo empuje sobre la cama.

Cabe mencionar que ese día no había nadie en casa, ni estaban mis padres, mis hermanos ni el pequeño y curioso Hamin. Las mucamas se había retirado a petición mía.

Mire como parecía retorcerse del dolor en su miembro, quería liberarse... Y yo también. Me acerque como fiera cuidando su presa y sin titubear lo besé, un beso desesperado y ardiente. Quite sus gafas dejándolas en algún lugar de la cama.

La ropa poco a poco iba desapareciendo, comence a masajear su miembro mientras nos quitaba la ropa interior.

-¿Estas ansioso, sobrino? -Suspire cerca de su oreja y mordí su lóbulo-

El me miró y al notar que mi miembro al fin se hacía presente me miró con enojo, me tomo de los brazos y me puso bajo suyo.

-Vaya... ¿El pequeño corderito trata de atacar al lobo feroz?

A pesar de estar abajo masajee sus glúteos algo que lo hizo sonrojar.

-¿Que pasa si yo hago esto...? -pregunte a la vez que metía un dedo por su retaguardia-

-¡Ah! ¿Qué crees que haces? -pregunte con enojo-

-¿Acaso pensabas que tú mandarías aquí?... No te preocupes -sin avisar metí un segundo dedo y comencé a moverlo ocasionando así un gemido por su parte- Lo gozarás...

No estoy segura de cuánto tiempo paso pero si recuerdo sus gemidos y jadeos y la forma en que se movía, el quería montarme así que lo deje pero era yo quien llevaba el ritmo, sonreí. Era lindo tratando de mover sus caderas y dejarse caer sobre mi miembro.

Cuando terminamos sin darse cuenta lo hice dentro suyo. Nunca olvidare el drama que me hizo por eso, solo lo callaría con decirle lo lindo que gime. Pero seguramente no me volvería no a dirigir la palabra.

Detrás de las paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora