❝ 𝗖𝗔𝗣Í𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗨𝗡𝗢 ❞

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𝐄𝐋 𝐂𝐔𝐄𝐑𝐏𝐎 𝐃𝐄 𝐄𝐑𝐈𝐍 𝐕𝐀𝐍 𝐋𝐄𝐖𝐄𝐄𝐍𝐇𝐎𝐄𝐊, 𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄

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El viento azota las ventanas con brutalidad, la lluvia amenaza con caer, el cielo gris, casi fúnebre, cual película de terror grabado en la década de los sesenta, hace ya algunos años atrás. La rama de un árbol cuya especie no logro recordar apesar de verlo durante casi toda mi vida, golpetea contra la pared, generando así un ruido molestó. El reloj marca las seis de la tarde menos quince, y las risas de algunos adolescentes llenan el salón de la casa, al igual que el olor a galletas recién salidas del horno.

   —¿Qué hora es?—dijo ella, la pelirroja, con una sonrisa que no se puede describir.

   Ante esa pregunta, luego de culminar el relato anterior, hizo que el resto de los chicos lanzaron carcajadas sonoras, haciendo que la madre de uno de ellos les viera con diversión y al mismo tiempo extrañeza. Negó con la cabeza, pues los juegos de su hijo y los amigos de él, le parecen un tanto absurdos, pero tambien le sacan unas tantas sonrisas.
 
   Después de esa pregunta, el joven de cabellos negros y que además vive en la casa, se paró para que el resto de los presentes le vieran con atención. Comenzó a hacer un par de reverencias, en notable seña de mofa, al mismo tiempo que sostiene con una sola mano el libro, haciendo que de alguna forma, la acción tome más dramatismo. A su alrededor, sus amigos sentados en círculo sobre los cojines en diferentes posiciones, ríen de la actuación de él.

   Keith paró de una manera dramática,
suele ser tan histriónico. Con pasión, comenzó a hablar—: “¡Es verdad! Soy muy nervioso, horrorosamente nervioso, siempre lo fui, pero, ¿por qué pretendéis que esté loco?

   —¡Es porque lo eres! —le gritó un chico, el mismo que posee unos hermosos ojos azules y gruesos labios. Entonces, Richards simuló darle una patada en el rostro. Los demás, rieron, incluso él.

   —Bien, después de esta interrupción —fingió molestia— he de continuar— carraspeo—. “La enfermedad ha
aguzado mis sentidos, sin destruirlos ni embotarlos”.

   —A lo que te refieres, ¿la reunión comenzó como una tarde normal entre amigos? —interrumpe Gregory.

   Eso le hace volver a la realidad, la pared gris y un tanto húmeda de la estaciona de policías le genera escalofríos. La verdad es que Keith se perdió a sí mismo, cayó en una especie de trance, recordando aquella fatídica tarde, que al comienzo, parecía ser una como cualquiera otra, pero en real, ha marcado un antes y después en sus vidas. Ya nada será lo mismo. Ha comenzado, el principio del final.

   —Sí, señor—. Por lo que el policía hace anotaciones y asiente—. ¿Puedo continuar?

   —Sí.

   A Keith Richards no le gusta que lo interrumpan.

—“Tenía el oído muy fino; ninguno le igualaba; he escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra, y no pocas del infierno”— recordó, como si eso fuera una maldición que le va a perseguir durante el resto de sus días.

   Al salir de la oficina, Doris, su madre, lo espera. Le toma del hombro en un instinto protector. Gregory les regala una sonrisa triste, casi puede decir "lo siento mucho". Ella asiente, en sus ojos llenos de lágrimas se puede leer un claro "gracias". Keith mantiene la mirada perdida.

   Durante todo el camino, el adolescente pasaba su mirada hacia la ventana y luego a sus converse negros ya algo desgastados, después repite el proceso.

   Erin fija sus profundos ojos en los de Keef, el muchacho que lleva el título de mejor amigo.

   —¿Ya me vas a decir quién te gusta? —pregunta emocionada.

   —Anita—responde en un susurro, sonrojado, quisiera que la tierra lo trague, así podría ahogarse en aquel mar de lava que se encuentra en el centro de la tierra.

   Erin ahoga un chillido. Ambos están en el suelo del patio de la escuela, durante la hora del receso, no les importa el frío que genera el helado mes de enero. Enero de mil novecientos noventa y uno. Promete ser un año maravilloso. Justo al lado, tiene la estuchera azul de "Tinny Toon", donde resalta el famoso conejo Bugs Bunny. Puede ser un tanto infantil para su edad, no le importancia. De aquel objeto, saca un plumón negro permanente. "Anita", escribe en el tenis del chico y también dibuja un corazón, le da una sonrisa tierna también. "Erin", escribe al lado del nombre que le pertenece a la rubia.

   —Y ese, es para que no olvides que soy tu mejor amiga— guiña un ojo.

   —Keith, ¿me estás escuchando? —pregunta con un tono elevado, arrancandole  el mundo imaginario de Keith, el mismos donde Erin Van Leweenhoek sigue con vida.

   —Sí, mamá—murmura.

   —Está bien, vamos a cenar lasaña.

   El joven asiente, distraído, viendo los árboles pasar. Pero, la verdad es que Doris ha estado hablando sobre ver una película.

[…]

Mick despertó a las seis de la mañana como un día común. Lavó sus dientes y retiró su pijama azul para ponerse ropa deportiva. Baja las escaleras y saluda a Candance, su pequeña beagle. La lleva pasear, como todos los días a la misma hora, así aprovecho y hace ejercicio. Puede ser alguien delgado, pero sí que tiene fuerza.

   —¿Jagger suele ser agresivo?

    —No, claro que no. Es alguien más bien... Tranquilo, sí— afirma.

    —¿Impulsivo?

   —Sí, mucho.

   —¿Qué estaba haciendo esa tarde en la propiedad de los Richards?

   —Keith me invitó, para que pase la tarde con sus amigos. Yo no me negué, me agradan— declara Anita.

   Su rimel está corrido consecuencia de las lágrimas que derramó durante toda la mañana. Le ha afectado todo el asunto aunque no llegó a tener una relación tan profunda con la pelirroja.

   —¿Cree que él, Mick, asesinó a Erin Van Leweenhoek?

   La pregunta fue como un balde de agua helada que recorre todo su cuerpo para hacer que pierda toda estabilidad. Sin embargo, aunque no lo esperó, va a responder con total honestidad.

   —No creo, pero todo es posible, esa tarde se comportó especialmente extraño.
  
   Al regresar, tomó una ducha y bajó para almorzar. De esa manera, llega puntual a la escuela. Una rutina fríamente calculada, como siempre lo hace. Todo tiene que esta bajo control. Nada puede salir mal esa noche.

   —¿Entonces sí vas a venir a mi casa?

   —Ya te dije que sí, Keith, deja de ser tan inseguro.

   —Erin va a venir.

   —Lo sé, es mi novia— pero la frase que ha expresado, fue un poco más hostil de lo que esperó.

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⏰ Última actualización: Mar 17, 2021 ⏰

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