Parte 1

413 61 16
                                    

        —Despierta.

        —...

        —¿Puedes oírme?

        La voz se escuchaba lejana y amortiguada, como si estuviera hablándole a través de una pared. Sus párpados pesaban y, por alguna razón, no respondían ni al más mínimo intento de abrirlos. ¿Dónde estaba?

        —Lan Zhan, ¿seguro que está vivo? —volvió a escucharse.

        —Mn —respondió simplemente una voz más grave.

        —¿Y si lo levantamos? Tal vez reaccione —el tono cambió a uno más juvenil.

        —No sabemos cuál es su estado ahora mismo. No creo que sea seguro —volvió a hablar la primera voz.

        Cada voz y cada sugerencia sobre qué hacer cada vez iban siendo más claras para sus oídos. Trató de moverse por sí mismo, logrando articular los dedos de sus manos muy despacio. Quiso hablar y avisar a quienes fueran los que lo observaban que estaba vivo y consciente, pero solo pudo proferir un leve gemido.

        —¡Hanguang-Jun! ¡Maestro Mo! ¡Se está moviendo!

        Inspiró con profundidad y espiró con otro extraño sonido, tosiendo un poco, sintiendo su garganta doler. Abrió los ojos despacio, pudiendo dar un pequeño sobresalto al darse cuenta de que era capaz de ver a todas las personas que había a su alrededor. Volvió a cerrarlos solo para llevar con cierto esfuerzo las manos a su rostro, tocando sus párpados, pudiendo notar dos globos oculares dentro de sus cuencas.

        —¿Qué...? —pudo pronunciar al fin con voz ronca—. ¿Qué está pasando?

        —¿Xiao Xingchen? —preguntó la primera voz que había llegado a escuchar desde que estaba consciente.

        Volvió a abrir los ojos, incorporándose con cuidado. Se encontraba sobre una pequeña cama de paja en el suelo, dentro de una ajada habitación que daba directamente al exterior. Había varias personas a su alrededor, a las cuales fue mirando una a una hasta dar con la última, la cual se encontraba de rodillas, amordazado y sujeto entre dos jóvenes muchachos vestidos con túnicas blancas y una cinta en la frente. Su boca estaba completamente bañada en sangre y sus ropas rasgadas por la zona de su pecho, mostrando sangrientas hendiduras probablemente provocadas por una espada.

        —Xue Yang —pronunció más claramente, siendo observado por sus ojos, muy abiertos y con cierto destello de locura.

        —Daozhang —respondió con una sonrisa cínica, haciendo que más sangre escurriera por su mentón.

        Xiao Xingchen se vio obligado a apartar la mirada al ver semejante expresión y escuchar cómo lo llamaba después de todo. Poco a poco iba siendo más consciente de su situación y de todo lo que había pasado hasta ese momento. Lo último que recordaba era que había muerto por su propia mano cuando la pequeña A-Qing le había contado quién era su misterioso amigo y este se había desenmascarado tanto a sí mismo como a las terribles acciones que había cometido con su propia ayuda.

        Decidió levantarse al sentirse con más fuerza y llevó una mano a su cuello, pudiendo tocar un alargado relieve que ocupaba este; una enorme cicatriz ya cerrada con el pasar de los años.

        —¿Quiénes sois? —se dirigió al fin a todos los presentes, volviendo a observarlos uno por uno.

        —Yo soy Mo Xuanyu y él es Lan Wangji, de la secta Gusu Lan —habló Wei Wuxian, juntando sus manos e inclinándose junto a Lan Wangji y el resto de muchachos tras ellos, siendo correspondidos por el otro—. Pasábamos por aquí y nos han advertido de que algo estaba ocurriendo, así que decidimos investigar —dijo sin querer dar muchos detalles.

FUGITIVODonde viven las historias. Descúbrelo ahora