Relato 3 ( Paula y el cruel castigo )
Habiendo sido Paula invitada a participar a unos eventos underground, los que consistían en combates femeninos, que se realizarían en la isla "Spintria", Pierre Dupont su reclutador era el encargado de organizarlos, a quien una peculiar y secreta sociedad, liderada por un excéntrico multimillonario llamado Karl Hermann le confiaba esta labor. Para tales efectos Dupont le indicó a la muchacha como debía conducirse en este medio, además de proporcionarle una suma de dinero en efectivo, y un celular con el cual se comunicaría con ella luego de dejar Miami, su ciudad de origen, donde tuvo una entrevista previa a su ingreso a estos eventos, para poder calificar a estos.
La joven latina ejercía como bailarina exótica y luchadora de fantasía, en un night-club de Miami Florida, realizando esta actividad, para ocultar otra más riesgosa.
Con toda su documentación en regla, Paula separó un billete para la semana próxima, prosiguiendo con su habitual rutina diaria hasta el momento de dirigirse al aeropuerto para tomar el vuelo a Europa temprano por la mañana de un día viernes, oportunidad en que informó recién a sus colaboradores más cercanos de su próxima salida, manteniendo de esta manera su seguridad y privacidad, dándole instrucciones precisas hasta su regreso a Miami en unos quince días más, de todos modos estaría en contacto y comunicada de ser necesario a través de las redes disponibles para estos efectos. Todas estas medidas eran muy necesarias, ya que la actividad real a la que Paula se dedicaba, era trabajar para el narcotráfico de manera encubierta en el night-club, facilitando el ilegal ingreso de la droga desde Sudamérica hasta las costas de Florida, para recibirla y distribuirla.
Luego de un rápido trasbordo en Málaga y una escala intermedia más, el avión aterrizó alrededor de la medianoche en el aeropuerto de Atenas, a los minutos sonó el celular que ya estaba habilitado para ser usado tal como le había dicho Dupont, este la saludó y le indicó el hotel en que tenía reservas y otros pormenores. Paula luego de los acostumbrados trámites en el aeropuerto, tomó un taxi desde el mismo al hotel, el que se hallaba a no más de media hora. Era mediados de julio, pleno verano en este hemisferio y la temporada se hacía notar.
-El clima es muy caluroso, ¿al que llaman mediterráneo?, (meditaba), más bien pensaba que era templado, moderado, más agradable, pero bueno, estoy habituada a estos ambientes, en Colombia, en Florida y ahora este clima,... mediterráneo,... ¡vaya! "se dijo para sus adentros".
Esa noche, pudo más el cansancio del atareado día, por lo que fácilmente llegó a conciliar el sueño, para despertar por la mañana, cerca de las once y darse un corto y fresco baño para despabilarse vistiéndose con una tenida playera. Estaba en esto cuando nuevamente sonó el celular, por supuesto que era Dupont, para indicarle el lugar exacto donde tendría que abordar un yate llamado "Achillia", que estaría anclado desde el mediodía, esperándola para zarpar en un embarcadero privado, a pocos minutos del hotel, cerca del puerto del Pireo.
Una vez recibida toda la información y teniendo unos minutos disponibles aun, se dirigió a la cafetería desde donde llamó un taxi mientras apuraba un café con croissant. El día era sábado y una vez que hubo finiquitado los pormenores de su breve estadía en el hotel salió de este a las once con cuarenta, abordando el taxi que la estaba esperando en las puertas, una vez arriba, le indicó al conductor la dirección del embarcadero, sin antes batallar con el testarudo sujeto que se negaba a entender otro idioma que no fuera el griego, finalmente las señas y los ademanes funcionaron, diez minutos más tarde se detuvieron frente a un atracadero, en donde fondeaban varias embarcaciones.
Paula canceló el viaje, sin dejar propina, y se bajó muy molesta del coche. Ya en el malecón, indagó por una pequeña nave con el nombre de "Achillia", según le había indicado Dupont, observando a unos marineros y a dos espigadas mujeres que caminaban por el sector delante de ella. A poco caminar, y a no más de veinte metros de donde se hallaba, divisó un yate con este nombre, aproximadamente de veinticinco metros de eslora, cuatro hombres estaban sobre la cubierta, parecían estar atentos a quienes pasaban transitando, sería mucha la coincidencia, o era el yate que estaba buscando, vaya que es pequeño, "pensó" como serán a los que llama grandes Pierre Dupont, luego recordó algo de la "confianza mutua" que este le había expresado en algún momento durante la entrevista que habían tenido en el club nocturno, en donde ejercía en los diversos shows cuando acordaron su participación hace unos días.
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Las perversas memorias de Paula 3° Cap. "Paula y el cruel castigo"
RandomEste es el tercer relato de las perversas aventuras de Paula, donde se mezcla la realidad con la fantasía llevada más allá del erotismo, donde las pasiones de sus actores los hacen transgredir todo orden de normas legales, sociales, éticas y sobre t...