𝑃𝐸𝑅𝐷𝑂́𝑁𝐴𝑀𝐸 - terminada

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-¡¿Estas loca Stella?!, Anoche te vi en el pasillo ¡Saludando a Draco Malfoy! - la menor de los Weasley me regañaba como si de una madre a su hija se tratara.

- ¿Dijiste Draco Malfoy? - genial, Harry se acababa de unir a la conversación - ¿Por qué saludaste Malfoy?

- ¿Acaso no puedo tener modales y saludarlo? Nos encontramos en el pasillo y seguimos nuestro camino -

- Stella, hablas del mismo Malfoy que se convirtió en mortifago, el mismo Malfoy que nos ha molestado por años y que además intentó terminar con la vida de Dumbledore -

- Ron tiene razón Stella, Malfoy a molestado a Harry y a todos en este lugar por años -

- Ginny, lo dices porque eres novia de mi hermano. ¿No ven que algo raro le sucede? Tal vez quiere cambiar -

- Un chico como él no cambian Stella -

- Harry no importa lo que sucedió en el pasado, ya pasó. Dolió, sí. Pero ahora importa lo que somos en este momento, lo que queremos ser. Siento que algo le sucede y quiero saber que es -

- ¿Estás diciendo que quieres ayudarlo? -

- Si Ron, quiero ayudar a Malfoy. No me importa lo que opinen, si quieren ayudar bien sino lo haré sin ayuda -

El gran Harry Potter al fin asintió, después de todo no había pasado mucho tiempo desde aquella guerra. Hogwarts a pesar de tener risas y bromas ya no era la misma, todo había cambiado. Era silenciosa. Los gemelos Weasley ya no estaban juntos convirtiendo cada pena en sonrisas. Hogwarts era fría como un cementerio que te recordaba a cada instante las vidas que se fueron. Los recuerdos parecían no tener fin. Las noches eran tan frías que parecían congelarte las entrañas.

Todos estaban cansados, física y mentalmente. Alumnos y profesores iniciaban conversaciones graciosas para que no se perdiera por completo aquel brillo emocionante de Hogwarts. Pero era difícil después de todo lo ocurrido.

- Te ayudaré - habló la chica de cabellos castaños e interminables ondas

- Yo igual Stella, pero no hablaré con él. Lo harás tú y si necesitas algún consejo te lo daré -

- ¡Gracias Harry y Hermione!, de verdad gracias. Verán que él ya no es el mismo -

Los hermanos Weasley se miraron sorpresivamente, ninguno dijo nada. Las palabras no salían por si solas, se estancaron en la punta de sus lenguas como si una puerta no le permitiera el paso. ¿Los hermanos Potter ayudando a un Malfoy?

- También ayudaré -

¿Ahora su propia hermana se unía? Debería ser una broma de muy mal gusto

- ¡¿De verdad quieren ayudar a alguien que provocó todo esto?!, ¡A alguien que llamó Sangre Sucia a Hermione por años, que se burló de mi familia y que además le hizo la vida imposible a Harry por una estupidez de niños! -

- ¡No conoces su historia Ronald! No sabemos que fue lo que provocó aquel comportamiento en él -

- ¡¿Por qué tanto interés en Malfoy?! -

- ¡Porque veo que no está bien!, ¿Acaso no ven que ha bajado mucho de peso?, su mirada es distinta, se ve vacía -

El chico de apellido Weasley no contestó, estaba muy indignado y confundido como para contestar. Stella tenía razón, Malfoy se veía diferente. ¿Pero eso qué? No merecía ayuda de nadie y mucho menos de nosotros. No después de tal comportamiento.

Draco Malfoy siempre admiró la hermosa vista al horizonte que se podía observar desde la torre de astronomía, siempre fue su lugar favorito en este lugar. Siempre iba a cierta hora del día a leer libros o a pensar, lugar muy silencioso y tranquilo. Pero ahora no era así. En aquel lugar lo habían obligado a asesinar a su director, a pesar de no haberlo hecho... su muerte había sucedido en ese lugar.

Los recuerdos iba y volvían ferozmente, golpeando su cabeza queriendo escapar. Nunca pensó que el dolor emocional doliera más que un jodido crucio, maldición que Lucius utilizaba en él a diario.

Seria fácil borrar todo pensamiento que lo atormentara, un obliviate seria sencillo. Pero no era una opción, a veces la vida no es justa y hay que aprender a llevarla, tirando de las riendas y caminado paso a paso. Pero se le era difícil. Por Merlín, sus cuerdas se iban cortando a cada paso que daba, como si sus pisadas fueran cuchillas afiladas que las iba desgastando.

Para aquel solitario chico Hogwarts ya no era un lugar al que todo estudiante esperaría con ansias el siguiente tren para poder volver a sus habitaciones, ver a sus amigos, profesores. Caminar por sus largos pasillos y subir por sus interminables escaleras en movimiento. Hablar con las pinturas y fantasmas amables que te invitaban a una conversación amigable.

No.

Para el joven Draco Lucius Malfoy ya no era así, toda emoción que existió en algún momento se desvaneció convirtiéndose en dolor y soledad.

Quería que todo pase, quería volver el tiempo atrás. Pero era imposible.

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