Estoy sentado en mi cama, ahora solo debó esperar a evaporarme, a poner fin a esta segunda oportunidad, tal vez hubiera sido más fácil si no hubiera intentado liberarme tan rápidamente de ese castigo, de esa condena de estar encerrado mil años en los subterráneos, sin poder salir a la superficie como una alma libre, pensándolo bien ¿Que eran para mi, un ángel, mil años? Mucha gente piensa que un ángel es un ser divino de Dios, bahh!! ¿Cómo podría, ser yo, un violador una de esas criaturas que llaman ángeles un ángel?
Bien, ya no falta mucho para la hora acordada, para que el contrato que firme con Perséfone termine, la fecha límite, media hora, bien, todavía tengo tiempo para recordar estas experiencias mientras miro por la ventana…. Por última vez, comenzare desde el principio: presentándome.
Soy Lucian Renwick un violador que fue condenado a pasar su otra vida en las subtierras por arruinarles la vida a jóvenes damiselas, que mas bien se vendían por unas cuantas monedas. Morí hace cuatrocientos años y desde esa fecha estuve encerrado en las sub-tierras, hasta hace una semana, cuando le pedí a Perséfone que me liberara, el accedió, su propuesta consistía en que yo debía salvar a una, solo a una chica del suicidio, vaya propuesta pero acepte, eso era absurdo ¡Porque querían quitarse la vida! Vaya de lo que se perdían, de seguro se arrepentirían una vez que estuvieran en mi lugar, pero bueno, era eso a cambio de poder obtener mi libertad y dejar ese sucio y putrefacto lugar, claro que si lo lograba, si no… me enviaría a la Profundidad, un lugar donde cuando te metían, nunca más te veían, donde nunca jamás podías salir.
Para cumplir la “misión” me dio un cuerpo y salí a la superficie.
Desperté en un medio de un césped, me levente y un olor nauseabundo me inundo, mire hacia el cielo para poder ver de nuevo ese infinito azul que yo bien recordaba a pesar de lo años. <<Valla, no solo arruinan sus vidas, si no también lo que les da vida>> El cielo tenía un color grisáceo, el aire tenía un olor…. Una mescla de suciedad y humo.
Tengo siete días para cumplir la tarea acordada, lo primero supongo, será encontrar a una chica con ese problema aunque no creo que sea tan difícil, será como hace cuatrocientos años: una cazeria, solo encontrar una chica, con cara larga, si, esto será muy fácil.
Pase por un espejo de cuerpo completo y hay estaba yo: un chico de no mas de diecisiete años con una fina cabellera rubia y ojos verdes, fácil podría llegar al metro ochenta y cinco, tal vez mas, si, con este cuerpo no será tan difícil. Seguí observando mi figura en el espejo hasta que de la puerta de ese edificio salió una chica menuda, de ojos negros y una delgada melena del mismo color. Si, la chica es muy mona y parece tener problemas, con algo de suerte no me equivoque, pero, yo nunca me equivoco, seguí a la chica hasta la esquina donde subió a un colectivo, pero un alto detuvo el transporte, así que subí y page con unos cuantos billetes que traía en el bolsillo y fui a sentarme a su lado. Olía a rosas y a lavanda, también me pregunte como era que conocía y funcionaba todo aquello si yo había vivido cuatrocientos años atrás, posiblemente obra de Perséfone. Le reste importancia al asunto y mejor pensé en cómo hablarle a la chica de ojos oscuros, definitivamente mientras mas rápido termine esto: mejor
-Disculpa- dije volteando a ver a la chica- ¿Sabes a donde lleva este colectivo?
-Umm claro, lleva al Instituto Nuevas Naciones- me respondió con voz queda y tímida
Y así paso el viaje hasta el instituto, descubrí que se llamaba Alejandra y desde ese día pasaron otros tres, todos normales, haciendo que Alejandra se fuera enamorando de mi, así ella cuando la deje no se suicidara, le diré que deberé irme pero regresare, estoy seguro que ella conocerá a alguien y me olvidara. Pasaron tres días normales…. Hasta que llego Clarissa.
Fue un día normal, yo fui a recoger a Ale a la salida de su instituto, ella iba agarrada de una chica media cabeza mayor que ella y llevaba una radiante sonrisa, caminaba hacia mí, dando pequeños saltitos de alegría.
Llego hasta aca, aun del brazo de aquella chica, empezó a hablarme, pero lo único que capte fue el nombre de aquella niña de ojos azules, tez blanca, pálida y cabello pelirrojo: Clarissa.
Comencé a cortejar a mi pequeña Clary, si, así le puse, y ella se dejo, como un gato recibiendo mimos de su amo, aun así seguía saliendo con Alejandra, ahh! Pobre Alejandra, ella me amaba tanto que se entrego a mi apenas en el quinto día de conocernos, y al siguiente lo hizo mi niña.
Pero como toda mentira, en algún momento debe de salir, ya que Alejandra vio el momento menos oportuno entre mi Clary y yo.
Ella se suicido.
Lo que yo tanto trate de voltear, termia sucediendo para después enterarme justo hoy, de dos tragedias juntas, hoy, el ultimo día para impedir que Ale se suicidara, hoy, hoy me entere que no solo mi hermosa de ojos negros se suicido ¡Si no también mi niña pelirroja, la única chica que he amado, la pequeña que me enseño a vivir!
¡Oh! Que desdichado me sentía, pero fue mi culpa, mi estúpida culpa, si tan solo hubiera esperado otros seiscientos años.
Estoy sentado en mi cama, mirando a la ventana, viendo este mundo por última vez antes de sumirme a la Profundidad, ya no queda tiempo, siento mi mente ida cada vez más, ahí me doy cuenta de que al final si me equivoque. Mi último pensamiento corresponde a una persona.
A mi hermosa Clarissa.
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Hola chicos! ^-^
Bueno, aqui reportandome con una historia terminada por fin, yo se que quite sin avisar la otra pero ya esta muy revoltosa.
Esta...umm mini-historia oficialmente es solo de un capitulo (ocea este) pero en comentarios pueden decirme si quieren que la haga historia o se quede asi
Porfavor voten y comenten
Nos leemos pronto
°Liz°