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Transcurren los días y doy por olvidada mi discusión con el jefazo.
No me manda llamar. No me busca. No me echa de su empresa y me impresiono pues yo ya tenía preparada mi cara de loca para ir a despedirme de él y de Shinner sin hacer un sólo escándalo más, pero no, permanezco en mi lugar y internamente lo agradezco, no quiero ni puedo irme de aquí hasta a completar el dinero para poder continuar con los siguientes proyectos del año.
El sábado por la mañana Celeste, maestra de HipHop,me llama y me pide que cubra su clase ya que tiene que atender a su madre que padece de depresión y sicosis delirante y le digo que estaré ahí en diez minutos. Cuando llego a mi pequeño estudio de baile, las niñas al verme corren eufóricas a mi y me abrazan mientras gritan "¡Maestra! ¡Maestra!". Las saludo y abrazo y emprendemos camino al salón donde continúo montándoles la coreo que Celeste preparó para ellas.
A las 9 salgo agotada del lugar y me marcho a mi departamento, donde tan sólo abrir la puerta veo su delgada silueta sobre el sofá de la sala que es distinguible gracias al reflejo de la luna.

-Félix..
-No te muevas. -Me dice y lo veo ponerse de pie y venir a mi, me toma con cuidado sobre sus brazos y cierra la puerta con la ayuda de su estrecha espalda.- Pareces cansada, mi amor..,una ducha no te vendrá mal.

Pero no tengo ganas de sólo una ducha , estoy exhausta, así es, y mucho, pero también sedienta de este bonito hombre al que tengo de mejor amigo, y en cuanto tengo la oportunidad, le digo que la ducha será después y lo beso ferozmente, Felix de momento se niega, pero logro convencerlo, nuestro deseo de años sigue siendo totalmente mutuo.




Por la mañana siguiente, me remuevo en la cama y abrazo con mimo el brazo de Felix, quien al parecer sigue rendido y totalmente dormido, pues no se mueve ni tiene reacción alguna a mi acción.
Me duele un poco los hombros y sonrió al recordar la noche tan divertida que tuvimos ayer. Felix es bueno en lo que hace, sabe satisfacerme y me encanta saber que yo también puedo satisfacerlo a él, el sexo ha sido el mejor a su lado, y aunque he probado y intentando con diferentes hombres, no hay alguno que logre o pueda superar a Lee Felix.

Analizo que es Domingo y que por lo tanto hoy vuelve a ser mi maravilloso y amado día de descanso, sonrío y pongo un plan de acuerdo al día, pero no se me ocurre nada y me pongo a revisar mis redes sociales en el móvil, una hora después, Felix finalmente reacciona y decidimos alistarnos para ir en busca de algo de desayunar.

La aroma a chilaquiles  y el ambiente tranquilo y cálido del restaurante me hacen sentir en el cielo y devoro gustosa los Wafles que he pedido. Felix come molletes con un café cargado y me saca la platica de nuestro amigo Han, quien ha tenido una cirugía de ojos dias atrás. Yo la escucho atenta y me apresuro a preguntar por la salud de mi amigo.

–Pero, ¿por qué me lo dijiste apenas?. Felix, se trata de Han. Sabes que para mí tú y él son mis chicos importantes y.. y
-Ya, Ya. Respira,(Tn). Sino te lo dije fue porque Han me pidió que no te informara nada hasta que saliera de su operación, que por cierto, ha salido de maravilla.
–¿De verdad?. Oh Dios. ¡Que gran noticia!. ¿Deberíamos ir a verlo?. 
–Te diría que sí, pero Amanda ha quedado conmigo para ir a su casa por unos tragos.

Con una sonrisa guasona, entorno la mirada y le hago cejitas.

-Ya,amigo. Admite que Amanda te gusta.
Felix, con una cara del todo menos bonita, niega aterrado mientras su ceño se frunce.
–Por el amor de Dios, (Tn). Sabes que Amando no es mi tipo,sólo somos amigos. -dice mientras muerde su labio nervioso.
De repente recuerdo lo que vi el día de la discusión con el jefazo. Recuerdo a Amando saliendo de su despacho y, sin borrar mi sonrisa, se lo cuento.

-Tal vez el tuyo no.–Le digo jugando con la cuchara de su café.– Pero el del Jefe seguro que sí.
–¿Del jefe?
–Ajá. Amanda y el jefe seguro y tienen algo, la vi salir de su despacho y por lo que pude notar, se llevan demasiado bien.
Los ojos del Australiano brillan y se reincorpora hacía atrás en su silla.
–Vaya..,–murmura sonriente.– ¿será qué mi salvación ha llegado?
Ambos reímos
–Tal vez sí.
—¡Yas!.












𝖬𝗋. 𝐵𝑎𝑛𝑔𝐶𝘩𝑎𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora