Norman se sentía frustrado, quería abandonar todo pero no podía darse ese lujo antes de entrar al final de semestre.
Como consecuencia, salió a tomar aire al campus, donde con suerte, podría desahogarse, o eso pensó él.—¡No está bien! ¡¿Tanto esfuerzo para nada?! ¡Quiero morir si es posible o poder retroceder el tiempo!
No se dio cuenta de que alguien más se encontraba ahí.
—Retroceder el tiempo no es posible, aunque claro, podría matarte, pero no se me da eso de andar matando gente solo porque quiere morir.—se burló.
Norman volteo a ver a la chica a su lado, consiguiendo así un sobresalto al darse cuenta de que no era ni más ni menos que Emma, la chica que le atendió en el café.
—¿Eres...eres...?
—Si, y por lo visto tu eres el chico del café.—sonrió.
—Perdón por lo que pasó antes, estaba en un momento de frustración.—respondió Norman, nervioso.
—No tienes de que preocuparte, ¿Te soy sincera? Vine a lo mismo.
Así que viene a la misma universidad, creo que es lógico. Pensaron ambos jóvenes.
—No soy una máquina del tiempo ni tampoco puedo matarnos, pero si puedo invitarte a comer unos taiyakis.
—¿Cómo decir que no a unos taiyakis?
Norman sonrío y fue correspondido por Emma, caminaron lento, pues ninguno tenía demasiada prisa y ambos querían olvidar las presiones escolares siendo ambos completos desconocidos, pero aunque lo eran, no había una pizca de incomodidad en el ambiente, Emma contaba chistes recurrentes y siempre lograba que el chico de ojos azules soltara al menos una sonrisa.
Disfrutaron de su aperitivo sentados en una banca, viendo lo último de los rayos de sol, sin duda una vista espectacular, aunque, Norman se desviaba un poco y sus ojos se quedaban observando los ojos esmeralda de Emma.Dos vistas singulares fueron dadas el día de hoy para mi, creo que no todo fue malo, al menos pude charlar con ella. Pensó.
Desafortunadamente, ambos se tuvieron que despedir y seguir cada quien por su rumbo para llegar a los dormitorios, no sin antes intercambiar números, ambos querían volver a repetir esa experiencia.
Nunca desaprovecharon una oportunidad para estar juntos, de vez en cuando caminaban juntos a sus facultades, que por suerte estaban cerca, Norman empezó a ir más seguido al café para ver a Emma trabajar, esto le agradaba a la chica, pues así no se sentía tan sola, le encantaba pasar tiempo con aquel albino.
Emma trabajaba junto con una de sus más cercanas amigas, Anna, ambas entraron a trabajar por distracción y se hicieron muy amigas desde entonces.—No lo puedo creer, ¿Enserio te gusta?—pregunto emocionada Anna.
—No, no, ¿si?
Anna soltó una risa lo cual Emma no entendió.
—Te gusta, te gusta.—canturreo Anna.
Emma se quedó con las palabras en la boca.
—¿Lo ves?—Revolvió el pelo de Emma—Te encanta y te vuelves loca por él.
—Tal vez un poco.—río.
Fueron interrumpidas por nada más ni menos que Ray y Norman.
—Eh, ¿Hola?
—¡Ray!—exclamo Anna mientras abrazaba al pelinegro.
—Hola, Emma.
—Hola, Norman.—no pudo evitar sonreír como una boba.
Emma estaba muriendo internamente deseando que él chico no hubiera escuchado nada de la conversación, mientras que Anna estaba feliz de ver a su novio.
—¿Eres Norman, verdad? Ray siempre habla sobre su amigo adicto al café.
Norman dió una mala mirada a Ray y este solo se rio de la cara de su amigo.
—Si.—soltó una risa nerviosa ante el apodo dado—Soy Norman, mucho gusto.
Hubo un silencio por algunos segundos hasta que Emma decidió quebrarlo.
—¿Y que los trae por aquí? ¿Quieren un café? Ya estaba cerrado pero bueno, aún podemos servirles.
—Después de terminar mi clase, decidí venir a verte, en el camino me encontré a Ray, que también venía a ver a Anna, así que venimos los dos juntos.—explicó rápidamente.
Las chicas se dieron una mirada cómplice.
—¿Por qué no vamos a cenar algo? El turno de Emma y mío ya terminó, así que estamos libres.
Los chicos aceptaron, esperaron a Anna y a Emma mientras terminaban de cerrar el lugar para ya por fin marcharse, caminaron hacía un restaurante cercano, Norman y Emma se daban recurrentes miradas, ellos disfrutaban de estar cerca el uno del otro.
Emma ni siquiera podía entender el porqué se había enamorado tanto de Norman, si, había tenido un par de romances, pero ninguno se sentía como ese, la hacía sentir especial y feliz sin ninguna razón, tenía tiempo deseando estar así de enamorada que como si fuera magia, llego a su vida aquel chico de ojos azules para poner su mundo de cabeza.No quería decepcionarse, pero tampoco quería ocultar lo que llevaba sintiendo desde dos meses atrás, pensaba que aunque no fuera correspondida, daría gracias a Norman por haberle causado una gran limerencia.
Incluso en la cena, ambos se comportaban de tal manera, cualquiera que no conociera a Emma y a Norman, diría que eran una pareja muy romántica en verdad.
La cita doble avanzo normalmente, los cuatro debían regresar a los dormitorios antes de recibir un castigo, antes de despedirse, Norman le pidió algo a Emma.¿Podrías venir conmigo a ver los fuegos artificiales el sábado?
Ni siquiera tuvo que consultarlo con la almohada, pues Emma ya tenía la respuesta, era un rotundo si, esa noche, ambos fueron a intentar dormir, no lo lograron pero eso no les importaba en verdad.
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Besos y café | Noremma
FanfictionNorman es fanático del café, un día, encuentra un anuncio de una cafetería retro y decide ir a visitar, sin saber que no saldrá de ahí solo con un buen sabor de boca. -La imagen que utilice en la portada no es mía, créditos a su respectivo autor. -H...