"Capítulo 1 (Parte 1): Mi ángel cruel"
Pipipipipipipi...
Mi mano solio de debajo te las sabanas e intento apagar el maldito despertador. Pero fue en vano, no acertaba a apagarlo.
-¡Mierda!En un momento de frustración conseguí alcanzar el despertador, pero seguía sin encontrar el botón de apagado, así que lo cogí y lo estampe con toda mi fuerza contra la pared y este por fin paro de sonar. Esa mañana no estaba de muy buen humor.
-Joder... Que sueño...-dije entre bostezos.
Me levante despacio y apoye los pies encima de las pantuflas que estaban a un lado de la cama, pero no me las puse, grave error, me dirigí en donde estrellé mi despertador y lo allé roto en el suelo. Al acercarme mas a el pise un trozo del cristal de la pantallita del despertador y este me hizo un corte en la suela del pie y me comenzó a salir sangre.
-Pues empezamos bien la mañana...- dije dolorida mientras me sentaba en el suelo no antes sin asegurarme que no habían mas cristales debajo de mi. Me sujete el pie con ambas manos y me lo acerque a la cara para observarlo mejor, pude ver que el cristal seguía dentro y tenia que sacármelo rápidamente, antes de que se infectara o peor, antes de que mis padres se despertaran. Me arrastre hasta la mesilla de noche y de unos cajones saque unas pinzas para las cejas y un mechero, ya se que no pintaba nada un mechero en la habitación de una chica de 17 años que no fumaba, pero lo tenia para emergencias como esta. Cuando era pequeña en el colegio un profesor nos contó que si nos hacíamos una herida con algo y ese algo hacia una herida profunda y abierta, y además se quedaba incrustado en el interior, como lo estaba esta, quemáramos la punta de las pinzas para extraerlo y así la herida no se infectaba, como era una niña inocente yo le creía todo y desde ese día comencé a hacerlo, y como nunca se me infectaba después de hacer eso lo seguí haciendo.
Y ahí estaba yo, quemando unas pinzas de depilar cejas para extraerme un trozo de cristal del pie, era una situación muy extraña.
Por culpa de mi impaciencia fui directamente a ponérmelo en el pie antes de que se enfriara un poco y me queme una parte de la suela de mi pie.
-Aaauch...- dije intentando no gritar.
Mierda, pensé, ahora tendría que ir a comprar pomada para quemaduras y algo de alcohol al ver que se me había acabado.
Abrí mi armario de par en par y pensé que podría ponerme. Al final opte por una camiseta blanca de manga corta con un dibujo de un tigre con una gorra puesta situado en el centro de la camiseta que llegaba por encima de mi ombligo y dejaba ver el pirsing de oro blanco y diamantes que me regalo uno de los amigos de mis padres con el que me hicieron acostarme, pero ese señor solo quería hablar y me comenzó a caer bien. También me puse unos pantalones claros de una marca que no sabia cuál era pero me daba igual, toda mi ropa me la compraba mi madre y todo era ropa provocativa y de marca para atraer a mas hombres, a mi en cambio me daba igual que ponerme. De zapatos me puse unas converse negras altas, pero antes me vende el pie dañado con una venda y me dirigí al baño, allí me peine rápidamente y me hice un moño alto sujetado por una pinza, me lave la cara y me puse rímel y un poco de delineador de ojos, me puse colonia y me quede observándome por un momento en el espejo.
-Uff... Hoy por fin estoy libre- dije y seguidamente mis ojos se llenaron de lágrimas, rápidamente cogí un papel de water y me las seque antes de que destrozaran mi maquillaje.
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Finale
Non-FictionAnn es una chica sencilla que no necesita nada fuera de lo común para ser feliz, pero aun así es imposible... Un embarazo no deseado la trajo al mundo y sus padres la utilizan para su propio beneficio. A los 7 años fue obligada por sus padres a pros...