Un milagro para Terry

Bonjour à toutes!

Espero que hayan tenido muy felices fiestas de fin de año, y les deseo que este 2021 llegue pleno de cosas lindas para todos, principalmente salud y trabajo =D

Y bien, traigo nuevamente un oneshot, cortito pero divertido, espero, ¡ja, ja! Lo escribí para otra actividad en un hermoso grupo de Facebook dedicado a nuestro querido Terry Grandchester; es en época actual, universo alterno y hay un personaje que mete su nariz para conseguir un milagro de Navidad para Terry, es una chica y puede ser cualquiera que ustedes imaginen n.n incluso ustedes mismas n.n
Así que aquí lo tienen, un pequeño detalle para ustedes que me hacen el honor de seguirme o leerme de vez en cuando.

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Un milagro para Terry

Por Ayame Du Verseau

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22 de diciembre, 2020.

El día por fin terminaba, para Terry había sido una jornada verdaderamente lenta, pero, pensándolo bien, ¿cuál no lo era?

Tomando aire, se sacó de encima el elegante abrigo gris Oxford, la bufanda azul oscuro y los guantes de piel negros, y dejó todo cuidadosamente colocado en el perchero que tenía del lado izquierdo del salón de su amplio y moderno apartamento.

La vista que lo recibía diario desde el gran ventanal era hermosa, el firmamento, con ese bonito atardecer le recordaba épocas mejores. Disfrutaba el espectáculo, claro; pero esa noche en especial todo le resultaba monótono.

Suspiró, cansado, y se fue a la cocina a prepararse un té. El invierno en la ruidosa Nueva York no le gustaba ni un poco, recuerdos amargos le impedían disfrutar una temporada que solía amar cuando era niño.

Una vez que la infusión estuvo lista, se llevó su taza y se sentó cerca de la puerta del balcón, tomó el libro que llevaba a la mitad e hizo el ademán de continuar su lectura, cuando, sin previo aviso, una ráfaga de viento helado le revolvió el cabello.

Sorprendido, se levantó como resorte de su cómodo asiento con toda la intención de ir a cerrar la ventana que la señora Whitcomb, con su sempiterna distracción, debió dejarse abierta antes de retirarse tras hacer la limpieza.

—¡Linda noche, bombón! —saludó alegremente una chica alta, vestida de jeans azules, tenis blancos y saco rojo, salida de sabrá Dios dónde.

Terry se quedó quieto, sorprendido, por espacio exacto de dos segundos.

—¿Quién demonios eres tú y cómo entraste a mi casa? —Se movió hacia ella con la determinación de echarla YA.

—¡Ay, por Dios! Qué modales. —Ella sonrió divertida y entrelazó las manos a su espalda, dando un paso al lado para evitar que la tocase—. Soy una amiga a la que quieres tener de tu lado, precioso. —Le dirigió una mirada intensa—. Vine a ayudarte a alcanzar tu milagro de Navidad.

Terrence, cuya paciencia no era ni remotamente infinita, como la de cierta rubia pecosa que él conoció alguna vez, arqueó la ceja y decidió que era suficiente; llamaría a seguridad.

La intrusa ladeó la cabeza sin dejar de sonreír al verle tomar el auricular del intercomunicador, levantó la mano derecha y chasqueó los dedos. Terrence percibió entonces un eco melifluo, apenas perceptible, justo antes de que todo el sitio se llenara de bruma, de destellantes estrellas y nebulosas coloridas y fantásticas, dándole la sensación de estar de pie en medio de una galaxia, arrancándole el aliento.