cute | 01

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La primera vez que lo vi, me hizo sentir tremendamente humillada sin intentarlo o, ahora estoy segura, siquiera darse cuenta de que lo hacía. Probablemente yo debí haber entendido que él era un chico torpe, tan inocente como se veía con esos grandes y redondos ojos ocultos tras sosos lentes, y que no había real malicia en sus actos.

Pero, la verdad no hubo forma de evitar que mi sangre hirviera inmediatamente a causa de mi propio bobo orgullo, porque es que la primera vez que lo vi fue (previamente ya algo mosqueada) en el inútil grupo de estudio al que Yoojin me arrastró apenas se dio cuenta de que mis notas en Cálculo estaban cada vez peor.

En una mezcla entre flojera y simple estupidez, yo iba bastante mal en la mayoría de las materias. Poco importaba, realmente, el que mi mejor amiga fuera de los primeros puestos en el año entero; tampoco parecía ayudarme el seducir a algunos chicos para que hicieran mis tareas de vez en cuando. Al final del día, cuando tenía un examen frente a mí, me encontraba sola. Por lo general, cualquier cosa que viera allí impresa se me hacía lo mismo que garabatos, y así terminaba apenas consiguiendo responder una o dos de las preguntas más sencillas.

Sí, así de jodida estaba.

El punto es que Yoojin como tan fantástica mejor amiga me arrastró a ese grupo de estudio, pues junto a Boo Seungkwan había reunido a un par de otros cerebritos con los que intentarían comprender lo que el verdaderamente inútil Profesor de Cálculo nos estaba "enseñando" en ese momento. Antes de siquiera pisar la biblioteca yo ya lo sabía, y ya estaba preparada para ello a pesar de no decirle nada a Yoo; en aquel ambiente rodeada de los mejores estudiantes del lugar, yo perdería el estatus que supuestamente tengo en el colegio, y me convertiría en simplemente una cara bonita que no puede ni dividir por dos cifras.

En el fondo, o quizá más evidentemente de lo que me gustaría o siquiera permitiría admitir, eso era yo. No tenía más talento que el de hipnotizar a idiotas para mi propio beneficio, diversión y gusto. No me gustaba dibujar o pintar –además de que era dolorosamente mala en ello–, no era especialmente atlética a pesar de forzarme a hacer ejercicio varias veces a la semana para mantener mi bonita figura, no era capaz de memorizarme muchas cosas a la vez, no sabía cantar, no sabía bailar, no sabía cocinar más que arroz frito.

No hacía con mi vida nada que no fueran estupideces banales y vacías a consciencia, pasar el rato con amigos igual de superficiales que yo, tener montones de citas con chicos que en realidad no me gustaban demasiado y de los que solo quería algo de sexo y recibir millonada de cumplidos que por momentos me hacían sentir mejor conmigo misma, o por el contrario aparecerme en casa de Yoojin (la única en el mundo a la que pienso honestamente le agrado) a fastidiarla un poco.

La escasa inteligencia que tenía me alcanzaba apenas para estar consciente de ello. Para hacer algo al respecto, no.

Es que no estaba ni tan mal, al principio. A nadie parecía importarle, y a mí tampoco demasiado. Sin embargo, todo el sentimiento de superioridad que me llenaba usualmente por, usualmente, recibir tanta atención tan positiva, se iba al instante en esas ocasiones en las que recordaba que en realidad no era más que eso por lo que atraía a la gente. Mi físico. Mi cara bonita, mi buen cuerpo, mi facilidad para el coqueteo y/o hacer amigos.

Aunque no era todo negativo –la mayor parte de la semana estaba carcajeando con un guapísimo chico que me trataba como a una diosa, eso por supuesto que no se me hacía negativo–, sí, estaban aquellos momentos en los que aterrizaba en la tierra y lastimosamente se sentían como si lo hiciera cayendo de un edificio.

Momentos como en ese grupo de estudio, cuando daba lo mejor de mí para comprender un ejercicio que bien sabía todos habían terminado hace mucho –mas seguían intentando explicarme entre por educación y, estoy segura, pues Yoo les pidió "secretamente" que fueran pacientes conmigo–, que Mark Lee con su risita boba, encima habiendo llegado tarde, se burló de lo atrasados que íbamos pues ingenuo no sabía que era única y exclusivamente por culpa mía.

Cute || Mark LeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora