Arroz con leche

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¿Han probado el arroz con leche?¿Si? Bueno, yo no. Y cada vez que lo comento a alguien lo hacen ver como algo colosal. No es nada malo, solo es arroz con leche. Pero aparentemente para Bea no haberlo probado es un pecado capital. Tanto así que insistió en llevarme a este pequeño lugar a unas cuadras de la prepa, donde casualmente venden arroz con leche.

La verdad no estaba segura de querer ir, pero que más daba, ya estabamos ahí. Justo en frente de la puerta.

-Ya verás, cuando lo pruebes no serás la misma-dijo Bea un poco emocionada.

-Si claro, porque el arroz con leche es esa parte de mi que se perdió y ahora ha vuelto a mi para llenar mi vida de amor y felicidad- había sarcasmo en mi voz.

-Rie ahora pequeña bestia, pero después me lo agradecerás.

Bea pusó su mano sobre la perilla de la puerta.

-¿Pequeña? Deja recordarte querida, que soy más alta que tu-dije con una sonrisa en el rostro.

Abrió la puerta y dió el primer paso.

-¡Solo por 5 cm!-dijo pero en seguida se calló.

Entré tras de ella y observe la situación.

Tómas. Se encontraba en una mesa sentado con una taza de café.

Bea tenía una cara de emoción, sorpresa y nerviosismo, todo al mismo tiempo. Al ver su expresión no puder hacer más que reirme.

Tómas debió haber oído nuestras voces porque volteó a vernos. Bueno, a ver a Bea, de seguro. Saludó con la mano, le devolvimos el saludo y después desvió la mirada.

-Ay Dios-dijo Bea como murmuro.

Nos sentamos en una mesa casi hasta el fondo del lugar.

¿Por qué no vas y le hablas?- le pregunté en parte para ser buena amiga y en parte porque no quería probar el arroz con leche.

-¡Ni hablar! Me ha visto entrar contigo, sería sospechoso si te dejará para hablar con él.

-Si quieres puedo fingir una salida dramática- dije con la esperanza de salir de ahí.

-No no, ya sé lo que planeas, pero por nada del mundo te irás de aquí sin probar ese postre Rebeca Nevero- me miró con una mirada fulminante.

-Esta bien-suspiré. Pero aun así insistí. Comence a caminar arrastrando a Bea conmigo. Esta se resistía hasta que llegamos un metro y medio antes de estar en frente de Tómas.

Saqué mi celular y fingí una llamada de mi madre.

-Bueno ¿Mamá? ¿Qué pasa? ¿Me necesitas urgentemente? Está bien, voy para allá- hablé en voz más alta de lo normal para que Tómas pudiera oirme.

-¿Qué estas haciendo?-preguntó Bea en susurros.

-Nada tu solo sigue la corriente- le dije ahora con voz baja. Estaba a punto de irme cuando Bea me tomó del brazo.

-¡No!

En ese instante llegó más gente al local. Unas 5 o 6 personas, todas parloteando entre sí. Hacían mucho ruido con sus voces.

-Oh por favor Bea sabes que te mueres de ganas por hablar con él- esta vez hable un poco más alto a causa del nuevo ruido.

-No es cierto- Ella también subió un poco su tono de voz. Bea no quería admitirlo, le gustaba, pero no quería confesarlo.

-Si lo es- las nuevas personas se acercaron y el ruido se hizo más fuerte. Palabras y risas por doquier- que no lo quieras admitir no significa que no sea cierto.

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