Esa angustia que producen ciertas cosas, se te agarra en el pecho y es imposible sacarlo, expulsarlo o liberarlo.
Cuantas veces habremos obviado o rechazado oportunidades por nuestros miedos, ¿Cuántas veces nos habrán limitado? ¡Basta ya! Pero, ¿Cómo lo paro?
No me importa compartir mis inseguridades, desde muy pequeña le he tenido pavor a hablar en público, y no puedo controlarlo. Empiezo con unos nervios en el estómago y me siento incapaz de afrontarlo. Me tiemblan las manos y no soy capaz de decir una palabra bien ¿Es que no se hablar? ¿O que me pasa? Pienso cuando intento mediar palabra.
Mi razón me dice que no le de importancia, que simplemente me exprese como puedo hacerlo yo sola en mi habitación, que me sienta segura de mis conocimiento y de lo mucho que quiero evolucionar, que respire hondo y siga hacia delante, pero es mi cuerpo el que no le hace caso y se resiste a avanzar.
A día de hoy sigo sin encontrar la fórmula secreta, y sigo admirando en la sombra a cientos de personas que son capaces de compartir sus ideas con total seguridad y fluidez.
Algún día lo conseguiré, o eso espero.
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Nadie me ha preguntado
Random¿Cuántas veces has sentido la necesidad de compartir tus pensamientos? Esa necesidad de expulsar absolutamente todo lo piensas, desahogarte. Para eso está, también, la escritura ¿no?