Latidos. Mirada caída, respiración cortada y piernas entumecidas. Latidos. La dureza de la pared en la cual esta acostado evita que caiga inconsciente, por ahora. Latidos. Quedan 3, no, 4 virotes, una ballesta está rota, enterrada en su mano. Mas latidos.
Comienza a sudar frio, tiembla, sabe que se acerca el final, siempre lo esperó. Lo que más duele es el no saber cuándo. Latidos. Levanta la cabeza, ve las nubes pasar, le recuerdan a su infancia. Eso lo aterra aún más.
Recordar la casa, los perros, a mama, a... él. Lagrimas caen por su cara. Se tapa el rostro, aunque nadie lo vea, lo hace instintivamente. Justo como le enseñaron. Latidos lentos.
Una brisa lo acaricia, como si el viento quisiera confortarlo, siente una pizca de felicidad. Hace tiempo no aparecía en su vida. Al percibir el sentimiento se dispara en la pierna. 3 virotes. Latidos
Trata de levantarse, con los cortes ya era complicado, ahora con el disparo es imposible. Lo intenta igual, le tiemblan las piernas, ligeramente se desprende del piso. Latidos.
Un destello de la niñez, cuando entro por la puerta de madera, a la vieja choza. Fue a entregar la mercancía a la ciudad, como le ordenaron. Había sido bueno, era injusto. El sonido atravesaba las finas paredes de madera antes de que ingrese. Latidos rápidos.
Cae. Los recuerdos duelen demasiado. Se quiebra una costilla, no le importa, el sufrimiento viene de otro lado. Escucha:
-Hasta acá llega el rastro de la sangre, tiene que estar cerca.
Latidos rápidos. Deja caer los brazos, rendido, no tiene más voluntad. Porque sabe, muy profundamente que va a salir de esta. Eso le duele más que cualquier otra cosa.
Ya sabe cómo sigue la canción. Latidos lentos.
