Ho Ho Holidays

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Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. Kubo es de la productora Laika Studios y Leo le pertenece a Ricardo Arnaiz.


̶ ¡Ya llegu...

Lo último que Leo esperaba al abrir la puerta del apartamento era encontrar decenas de cajas amontonadas en la sala, en cualquier espacio disponible de la cocineta, y un enorme pino sintético erguido junto a la ventana más grande del salón.

̶ Em... ¿Kubo?

Leo esperó unos segundos para obtener respuesta mientras paseaba su mirada por el lugar, parecía que ahí se había presenciado una guerra entre varios comandos de duendecillos navideños; la cantidad de objetos dorados, escarchados y los pequeños destellos de brillantina perteneciente a algún adorno era abrumadora.

Al no contar con una respuesta, el joven se adentró más al recinto, cerrando la puerta tras de sí. Una vez dentro, escuchó un murmullo suave y melódico proveniente del enorme árbol. Acercándose más, el murmullo se hizo más claro, al igual que las sacudidas ligeras del árbol. El moreno llamó de nuevo al otro chico.

̶ ¿Kubo?.

El aludido dejó escapar una ligera exclamación de sorpresa desde detrás del pino y se asomó lentamente por uno de los costados.

La vista que ofrecía el japonés era adorable. Leo podía apreciar desde su lugar como lucía unas pantuflas blancas con calcetines azul marino, pants deportivos negros y una camisa de manga larga. También portaba una hermosa escarcha roja y blanca alrededor del cuello cual bufanda y otra en color plateado amarrada a su cabeza.

̶ ¡Leo!

La sonrisa del pelinegro se ensanchó mientras retiraba los audífonos de sus oídos. El mexicano soltó una risa suave mirándolo con incredulidad y adoración.

̶ ¿Qué estás haciendo? Apenas es primero.

El otro comenzó a abrirse paso por las cajas, saltándolas de ser necesario para llegar rápidamente con el mayor.

̶ Fui a la panadería y Oba-chan estaba sacando los adornos para ponerlos en los estantes y ventanas. Así que me ofrecí ayudarle a adornar junto con Nana.

̶ ¿Y todas estas cajas?

̶ Son las que sobraron. Como sabe que no compramos nada para adornar aquí todavía, tu abuela me ofreció todas estas.

La sonrisa del japonés se hizo imposiblemente grande con el recuento de esa mañana. Leo podía sentirlo exudar esa energía frántica y alegre siempre presente en estas fechas.

Aún recordaba la primera navidad que Kubo pasó en México con los San Juan. La maravilla que reflejaban los ojos rasgados del joven al entrar a una casa adornada de pies a cabeza, por dentro y fuera, la excitación inadulterada al ayudar a terminar de poner las esferas y la estrella en el árbol porque Doña Toñita se negaba a acabar si no estaba en compañía de sus dos nietos.

̶ Y veo que decidiste convertirte en un adorno también.

Al entender a que se refería, el menor sólo le lanzó una sonrisa pícara al mayor y movió los hombros juguetonamente.

̶ Te habría sorprendido envuelto en escarcha en nuestra recámara, pero te me adelantaste.

Ambos rieron y Leo no pudo aguantar el besar al japonés de forma dulce por uno segundos. Al separarse besó la nariz del contrario con las risillas del otro aún sonando.

̶ Tienes brillitos en todos lados.

̶ Eso es porque soy brillante, querido.

̶ No lo había pensado de esa manera ̶ le sonrío ̶ Vamos, te ayudo con esto.

Ho Ho Holidays (Kuban)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora