Ahora me doy cuenta que no he hecho nada más en mi vida que agachar la cabeza y asentir. Nunca me he mostrado contradictorio a nada. Siempre obedeciendo a los demás.
Pero eso se acabó.
Hoy ya no más.
Miro a mi alrededor, todavía no ha amanecido, por lo que supongo que todos estarán dormidos.
Bajo a la cocina, cojo el cuchillo de cocina de papá. Lo miro detenidamente, recuerdo que nunca me ha dejado utilizarlo, pero ahora no me importa.
Lo guardo en la pequeña bolsa opaca que traigo conmigo.
Voy a el jardín, allí donde se encuentra la fuente, hay un pequeño bulto, es Thor, mi perro. Esta sobre la otra bolsa. Quito al perro de encima y la recojo.
[...]
Faltan exactamente dos minutos para que sean las cinco y media de la mañana del día veintiuno de Marzo. Ha llegado la hora.
Me dirijo a la habitación de mis padres. Mi madre me ve y me da los buenos días, no le respondo.
Me acerco a ella "Te amo mamá, pero ya no puedo más" digo mientras me ahogo con mis lágrimas. La abrazo, y pienso que es el momento, saco el cuchillo de mi bolsillo trasero, lo dejo a poco centímetros de su espalda.
Cierro los ojos y suspiro.
Agarro el mango de este con más fuerza y voy a-
Algo me ha agarrado la mano, es mi padre. Me mira con una mezcla de decepción, horror y tristeza.
Ahora si que no puedo.
Me derrumbo.
Mi padre tira el cuchillo a algún lugar de la habitación y me envuelve en un abrazo. Mi madre aprieta más su agarre. Ahora los tres estamos llorando, ellos de miedo y yo de frustración.
No he sido capaz de hacer una mísera cosa en mi vida sin que alguien me diga algo al respecto. Pero hay una cosa que nadie me puede impedir.
Me deshago de su agarre. No digo nada. Solo tiendo la otra bolsa en la cama y me voy de allí susurrando un 'perdoname papá' y un 'os amo' a ambos.
[...]
He corrido por cerca de diez minutos, se que ahora mis padres vendrán de camino, dentro de la bolsa había dos cartas, en las cuales escribí lo que iba a hacer.
Llego al borde, veintiún metros exactos me separan del suelo.
Miro hacia abajo, cierro los ojos y dejo que la gravedad haga el resto.
No estoy llorando, solo odiando a todas aquellas personas que me han hecho sufrir en silencio.
Pero ya no más.
