Estrella

49 4 1
                                    

En un recibidor osadamente pequeño, agazapada en una silla y con la mejilla aplastada contra el escritorio, con los ojos bien abiertos y los labios apretujados bajo dos dedos de su mano izquierda, una menuda figura yacía ociosa. Se le pudiera confundir, por su esbelta figura, con la blanca papisa de los cuentos, que estudia en su silla.

Pero no había quien pudiera hacer la blasfema comparación en aquel desolado rincón. Solo dos figuras, menos esbeltas y mas roídas, se asomaban a través de una puerta de cristal al fondo de un estrecho pasillo y en la que la joven menuda tenía los ojos fijos desde hace ya rato, sin escuchar de aquellas más que algunas palabras sin contexto de cuando en cuando.

Una de las figuras era la madre de la joven y la otra habría sido motivo para que la muchacha dudase de la lealtad de su madre, de no ser porque esa mañana, a las 9 en puto, le fuera avisado que un muchacho iría al negocio de su familia y necesitarían de su presencia en el recibidor, para atender a un posible cliente. Desde que se le fue anunciado el motivo de la visita de aquel muchacho, la joven hija, apenas pudo contener su nerviosismo lo suficiente para que sus padres no advirtieran sus intenciones.

- ha pasado un año desde mi ultima consulta. Mi fuente de ingresos en el ultimo año ha salido de mi trabajo como asesor en matemáticas para los niños de mi colonia.

El muchacho había cruzado la pierna y, dejando caer su mano por su costado, dejaba ver una pequeña pulsera hecha con redondas cuentas de madera, como las cuentas de una mala budista, que continuaba de la manga de una camisa de mezclilla azul oscuro. Asimismo se inclinaba hacia atrás apoyando su espalda en el respaldo de una vieja silla de un plástico rayoneado y curtido, en actitud relajada, como si quisiera darle a sus palabras la misma soltura con la que se sentaba en aquella silla. La silla que había sido previamente acomodada por la mujer frente él de tal modo que pudiera ver el semblante entero del muchacho durante la entrevista.

La licenciada Blanca Helena, como ex directora del instituto promac, uno de los más importantes en materia de psicoterapia y pedagogía, tenía una autoridad importante dentro de la comunidad de psicólogos. El muchacho frente a ella era un alumno destacado durante la licenciatura en psicología, fue apreciado grandemente por algunos profesores y tenido por otros como un alumno flojo y arrogante. Tenía la recomendación del profesor Luis Daimiel Ibarra, uno de los más destacados de la universidad y especialmente apreciado por la licenciada Blanca Helena. A pesar de ello tenía 2 años de haberse graduado de la licenciatura y en ese tiempo no había hecho maestría como era costumbre entre los graduados de psicología, más en los alumnos destacados.

Todo aquello no habría hecho diferencia entre los tantos otros solicitantes que Blanca recibía en su antiguo trabajo. Ella estaba acostumbrada a rechazar solicitudes de muchos como él, que presentaban intermitencias en la cronología del estudio y del trabajo. La experiencia le había permitido interpretar estas interferencias como falta de dedicación de parte del candidato y, como hija mayor de una familia pobre, Blanca tendía a considerar la constancia y la dedicación por enzima del talento. Pero había dos cosas que hacían a David un candidato distinto a los demás.

David tenía apenas veinte años. Había ingresado a la universidad a los 15 años, dado que fue promovido tres años en la escuela primaria, Y había completado la licenciatura un año antes de lo previsto. lo que lo hizo un profecionista con licencia a los 18 años. A pesar de la advertencias de algunos profesores preocupados por la integridad profesional y emocional de un psicólogo tan joven, David impresionó al personal del instituto PERAJ, donde demostró grandes resultados como terapeuta, bajo la supervisión y asombro del licenciado Cláudio Martines, director del instituto y uno de los psicólogos clínicos mas importantes de la ciudad. También hacia participado en numerosas investigaciones, durante su estadía en la universidad, como colaborador, y en otras como titular. En una de las más importantes, David estudiaba los métodos de enseñanza de matemáticas en las escuelas primaria y proponía estrategias para, como mencionó en su investigación, "corregir la pereza de los profesores". Dicha investigación tuvo una publicación bien recibida y menciones en revistas nacionales y periódicos.

El color del amor verdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora