La juventud es una de las cosas más hermosas de la vida, cada instante que se vive es incomparable, momentos que sólo pasan y no regresan jamás, y al pasar de los años lo único que quieres es revivir aquella época maravillosa cuando disfrutaste lenta y apresuradamente lo efímero que es ser joven... Los días que salís simplemente para matar el tiempo, pues cuando uno es joven cree que el tiempo cursa lento mientras se muere de aburrimiento, las noches de bohemias con los que amigos, las tertulias interminables en los juntes con tu gente, las fiestas donde no te embriagabas con trago, sino de tanto reír con las amenas charlas con las personas de tu al rededor, esas noches que eran de todo menos serenas, donde abundaba el coqueteo, las sonrisas en las damas y en los caballeros irriadaba la picardía en sus miradas.
Fue en una noche de esas donde lo conocí, era el mes de marzo en 1971 , yo enamoraba con un muchacho algo zalamero, bueno, bastante, la verdad no lo quería y me era molesto todo lo bueno que era conmigo (llámenme loca por pensar así) pero yo no tenía defectos para él, todo lo que hacía y decía le parecía perfecto, y eso aburría, yo fuí su amor, pero él no fue el mío... No me enamoré de ningún hombre antes de él, no lo niego, estuve con muchos pero sólo por estar, de hecho sólo jugaba con ellos, me aburrían y los dejaba.
Esa noche le dejé una nota a mi enamorado que decía: "No podremos vernos esta noche, tengo una cena familiar, cariños Lou" y me fui con una amiga a un baile donde se intercambiaban parejas, allí había un amigo que no me dejaba en paz, me seguía a todos lados y ya me tenía harta, rogaba porque me suelte, gracias a Dios mis plegarias fueron escuchadas y apareció un tipo, era alto y de buen porte, ni le vi la cara pero casi lo beso porque hizo que se vaya el fastidioso de mi amigo; me preguntó si podía bailar conmigo y le dije bueno, no recuerdo mucho de qué hablamos, de hecho casi ni le tomaba atención, porque estaba atenta a mi amiga que ahora ella era víctima del que me acababa de librar, me dió ataque de risa, y le contagié, el nombre del sujeto con el que bailaba era Mario, 26 años (yo 23), médico, bueno, casi, le faltaba un año para terminar, él orgulloso, algo pedante, farsante de su carrera, yo no le hacía mucho caso, más bien me burlaba de él, le decía: ¡ay doctor, no me siento bien! Me duele aquí ¿Qué tengo? El respondió que probablemente cáncer y que pronto iba a morir; reconozcamos que será un excelente médico. Todo era risas, pero también se notaba que nos cohibiamos de mostrarnos realmente cómo éramos, bueno, es que nos estábamos conociendo, no nos podíamos dar tal confianza esa primera vez.Al terminar la velada, dijo que lo acompañe a la puerta, respetuosamente le dije, qué me está creyendo usted, yo soy una dama y no acostumbro a acompañar a hombres hasta la puerta, él sólo dijo está bien, disculpe el atrevimiento, buenas noches señorita, y se retiró.
Pasaron los días y nos hicimos amigos, esos amigos que en sus miradas reflejan segundas intenciones, sin darme cuenta el médico pedante ya me gustaba, aunque eso no era tan grave porque me gustaban muchos, pero sabía que en el fondo yo buscaba a alguien como él.Me llamaba a las 7 de la noche al salir de sus prácticas, yo me sentaba al lado del teléfono a esperar, hablábamos corto ya que eran muy caras las llamadas en ese entonces, pero nos bastaban esos escasos minutos para tranquilizar nuestros latidos hasta la próxima visita.
Me dejaba notas avisando que vendría a verme, debo decir que aunque sea médico tenía una linda letra, guardé cada una de esas tontas notas, pero para mí significaban mucho.
Así pasaron los días, las semanas, los meses que enamoramos, está demás decir que terminé con el muchacho con quién estaba cuando lo conocí, pero bueno, ya lo dije, no querrás pensar que andaba con dos a la vez.Fue un amor tan bonito el que viví con él, con flores y chocolate blanco que es el que me gusta, serenatas que en esa época eran infalibles para conquistar, cartas de muchas páginas, hasta notas de cinco palabras "Lourdes te quiero. Besos Mario", caminatas de la mano, besos en la frente, películas y bailes bajo la luna, con canciones de verdadero significado, no como las de hoy en día que carecen de sentido romántico y sólo reflejan la falta de pudor. Yo era inocente al extremo, cero malicia, él insinuó un par de veces que yo era toda una mujer, mayor, madura, que estaba bien si lo hacíamos, y le dije por supuesto que sí, lo soy, pero no lo haría, yo saldré de mi casa vestida de blanco.
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Un Eterno Amor
RomanceEste escrito relata una historia de amor desde el punto de vista de la mujer que lo vivió, desde los tiempos de antaño hasta estos días. Cuenta cómo las cosas pueden cambiar de un momento para otro, pero te enseña que por más que tu mundo se haya de...