Prólogo

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Cuando todo cambió

Después de una pelea que nadie vio venir, Aome se marchó.

Lo hizo con palabras duras y una mirada que ya no tenía espacio para dudas, Inuyasha no pudo detenerla, solo la vio desaparecer en el pozo, llevándose con ella algo más que su presencia, se llevó la calma, el equilibrio… y el poco calor que aún quedaba en el pecho de Inuyasha.

Desde entonces, todo se volvió gris. Los días pasaban lentos, el grupo seguía viajando, combatiendo, sobreviviendo pero él ya no estaba realmente con ellos, evitaba las miradas, se alejaba del grupo por horas, a veces por días, no comía bien y apenas hablaba.

Sango intentó hacerlo reír con uno de sus comentarios torpes, Miroku le ofreció palabras sabias, Shippo se acurrucaba a su lado, esperando un gesto que nunca llegó, nada funcionaba.

Las noches eran peores, se quedaba despierto, con la mirada clavada en el cielo como si esperara una respuesta de las estrellas, a veces, cerraba los ojos y recordaba su risa, esa risa que ahora dolía, esa risa que ya no volvería.

Pero lo que más le dolía era saber que no se fue por obligación, Aome eligió irse, eligió dejarlo.

Y eso… lo rompió.

Lazos inesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora