El principio de todo
Era el primer amanecer de otoño cuando me desperté aturdida por la luz que irrumpía en mi habitación. Estaba nerviosa pero no entendía la razón. Fui a refrescarme la cara para despejar la mente. De repente me di cuenta de que llegaba tarde, me vestí, me hice un bocadillo de atún y me marché. Mi avión salía dentro de 41 minutos y yo ni siquiera estaba cerca de la terminal de donde despegaba mi avión.
A medio camino me di cuenta de que se me olvidaba una pieza imprescindible para emprender mi aventura. Mi taxi dio media vuelta para recoger mi pasaporte y poder emprender el vuelo. Cuando ya estaba bajando las escaleras me encontré a mi extravagante vecina Carmen que me explicó detalladamente sus vacaciones en Milán, yo la interrumpí porque no tenía tiempo que perder. Me disculpé y me despedí.
Una vez con los pies en la tierra
En el avión, había un anciano a mi lado que babeaba, me aparté, pero él se apoyó en mi hombro y no lo pude remediar. Al cabo de un rato, con las turbulencias se despertó, fue al baño y no volvió. Resultaba que quería hacer paracaidismo, y lo hizo. Una vez en Nueva York cogí un taxi para ir al hotel, cosa que no fue fácil porque tenía mal la dirección así que nos perdimos. Cuando llegué al hotel, me di cuenta de que no solo era un hotel, si no que era el edificio donde grabaron una serie de televisión antigua.
Me volví loca, pensaba que estaba fantaseando, mientras yo soñaba, un hombre estaba detrás de mí. Sé quedó paralizado al ver que yo lo estaba. "Desperté", me giré. Pensé que a ese hombre le estaba dando un ataque de pánico, de repente empezó a agitar las manos y me di cuenta de que era Mike.
¿Hotel o...?
Me quedé sin aliento al ver ese rostro conocido. Bueno, él no me reconoció, pero yo a él sí, era el mismísimo Mike Hannigan, uno de mis ídolos y estaba en frente mío. Me dí cuenta que el seguia en el ataque de pánico o algo parecido, no se movia, no hablaba, pensé, "estará muerto" luego una lagrima descendió por mi mejilla porque pensaba que había matado al señor Hannigan, luego ví que seguia de pie y vi que parpadeaba y me alivié. Entre a mi habitación y saque un plato, una toalla, y agua fría, le tumbe, sumergí la toalla en el agua fría y le remojé el cuello y un poco la cara, y empezó a hablar muy raro, no le entendía.
De repente, se levanto de un brinco, me miró con cara de atemorizado, como si yo fuera una persona muy extraña, como si tuviera un rostro anormal o algo parecido. Se giró y se fue apresuradamente. Yo, me quedé ahí, sorprendida de como había reaccionado ese hombre.
Cuadros, puertas etc
Extrañada de como había reaccionado Mike, entré a mi habitación, un poco triste. Dejé mis maletas al lado del sofá, y me puse a investigar un poco mi pequeño apartamento, ya que tenía demasiada curiosidad. Ese pequeño piso, me resultaba familiar, sobre todo un cuadro en concreto.
Ese cuadro, no sabía a que me recordaba, hasta que en un momento dado, me dí cuenta... ¡Era su cuadro! Me quedé un momento pensando, ya sabía que apartamento era ese, era el apartamento de ¡Joey y Chandler! Alguien llamó a mi puerta y, también me fijé en aquella pequeña pizarrita colgada en el centro de la puerta.
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Una historia por Nueva York
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