𝙒𝙝𝙚𝙣 𝙮𝙤𝙪 𝙘𝙡𝙤𝙨𝙚 𝙮𝙤𝙪𝙧 𝙚𝙮𝙚𝙨

II

—Cada que cierro los ojos, ella está ahí —habló a la nada mientras tallaba su rostro con frustración, observando su reflejo en el espejo—, necesito saber si todo pasó, ¿por qué no puedo olvidarlo?

Cerró una vez más sus ojos, casi podía sentir el característico aroma a flores de Malfoy, sus suaves y platinados cabellos cayendo sobre el rostro de Harry, sus manos tomándole del rostro antes de besarlo. Apenas en un roce, dejando un horrible frío sobre él al momento de alejarse, quedando solo el rastro de su tacto.

—Necesito verla.

[...]

Octubre llegó a ellos en un abrir y cerrar de ojos, y con él los estudiantes de Beauxbatons y Durmstrang. Todo el colegio parecía un caos, los estudiantes corrían por los pasillos; unos murmurando y otros gritando con entusiasmo acerca de los medios por los que los invitados habían llegado.

—Olvidé que nos habían avisado que este año se llevaría a cabo el torneo.

—Que sorpresa —se burló Pansy de ella mientras caminaban entre el túmulo de alumnos—, haz estado más preocupada por evitar a Potter que lo que pasa alrededor.

—No quiero escuchar como me grita o rechaza por haber hecho aquello, prefiero evitarlo por ahora.

Tomaron asiento en su respectiva mesa, observando perfectamente el inconfundible rostro de Harry Potter, el cual se encontraba en medio de Ronald Weasley y la roñosa de su hermana; Ginevra Weasley. Detestaba tanto a esa chiquilla, siempre buscaba la forma de estar cerca de su Harry (porqué para ella así era), tratando de llamar su atención. Todos podían darse cuenta de que besaba el suelo por donde el chico pisaba y este ni siquiera se daba cuenta.

—Parece que quisieras lanzarle un Avada a cierta persona con solo mirarla —Blaise murmuró a su lado mientras aplaudía igual que sus compañeros a lo que fuese que Dumbledore haya dicho—. Trata de disimular un poco tu odio hacía la comadreja menor.

—Es que solo dale un vistazo, Blaise... Es repugnante la manera en la que trata de tocarlo en todo momento —ignoró la risa de sus amigos—. Quisiera tener la oportunidad de estar cerca de él.

Enfocó su atención en el director para ignorar la mirada de Blaise, en ese momento presentaban a los colegios que se quedarían ahí

—Buenas noches a nuestros huéspedes—dijo Dumbledore, dirigiendo una sonrisa a los estudiantes extranjeros—. Es para mi un placer darles la bienvenida a Hogwarts. Deseo que su estancia aquí les resulte confortable y placentera, confío en que así sea —movía sus manos alegremente—. El Torneo quedará oficialmente abierto al final del banquete —explicó Dumbledore—. ¡Ahora les invito a todos a comer, a beber y a disfrutar como si estuvieran en su casa!

Todos en su mesa estaban rebosantes de alegría al ver como los estudiantes de Durmstrang se sentaban con ellos. Ignoró a mas de uno meintras Theo y Pansy platicaban con Viktor Krum, ella estaba mucho más interesada en su comida y cierto moreno.

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—Harry pon atención —le riñó Hermione que aplaudía a Dumbledore.

Agradeció mentalmente que ella estuviera más pendiente de lo que el director hablaba y olvidase por un momento su absurda pelea sobre los elfos y su movimiento por liberarlos

—Harry, ¿estás bien? —la delicada mano de Ginny tocó su brazo y por instinto la alejó—, lo siento, te ves algo perturbado.

Sus mejillas ardían al ver la preocupación de la pelirroja, había sentido como si el simple roce de su mano le quemara la piel.

—Estoy bien, Ginny, no necesitas preocuparte —murmuró, volviendo su atención a la mesa frente la suya, donde Draco Malfoy parecía ser abordada por uno de los estudiantes de Durmstrang.

[...]

Decir que estaba incómoda era poco, ¿por qué esos idiotas búlgaros o noruegos, lo que sea, no entendían que no quería hablarles?

—Potter te está viendo, Dray —Blaise movió su brazo para que alzara la vista, los verdes ojos de Harry le hicieron sentirse pequeña, parecía querer matar a alguien con solo verlo.

—Se ve celoso —Pansy aplaudió un poco justo cuando al parecer había acabado la cena, no tardó ni un minuto para que se levantara para huir con sus compañeros hacia las mazmorras.

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La observó irse, huyendo de él una vez más igual que los días anteriores.

—Si sigue así no podré hablar con ella ni tratar de invitarla a Hogsmade —se lamentó de la mano de su amiga mientras subían las escaleras hacia la torre de Gryffindor—. No sé qué más hacer, Mione.

—Ten paciencia, Harry, necesita tiempo. Supongo —le dio una sonrisa ligera para tratar de calmarlo.