Tenia tanto sueño, no recuerdo bien lo que había sucedido, sentía como el sol daba de lleno en mi cara y sentía césped debajo de mi cuerpo, que raro, estaba casi segura que era de noche hace un momento pero eso es todo lo que viene a mi cabeza, mi cuerpo se sentía diferente, como si hace un momento hubiera pasado por un dolor agonizante pero ahora no siento nada, abrí mis ojos y vi el brillante cielo azul, sin ninguna nube, escuchaba el viento pero no veía que nada se moviera, voltee a un lado, y efectivamente, estaba acostada en césped verde y flores de todos los colores, tenia ganas de volver a cerrar los ojos y dormir por siempre, así que lo hice, no sé cuánto tiempo, hasta que escuche un sonido, como si me estuvieran llamando, abrir mis ojos para ver a un joven de altura promedio, cabellos rubios, ojos grises, traía una camisa azul celeste de manga corta y una bermuda blanca, con unos tenis también blancos.
Me trate de sentar, pero cuando lo hice sentí como si todo diera vueltas, aunque, no me sentí mal, trate de centrar mi vista en algo y lo hice en mis piernas, me fije que traía un hermoso vestido blanco y que no traía zapatos, cuando me asegure que nada daba vueltas, alce mi vista, ahí seguía el joven, pero también podía ver las puertas atrás de él, eran de color dorado y brillaban demasiado, como si estuvieran hechas de oro. Si movías un poco tu cabeza podías darte cuenta de que había unas escaleras, volví a ver al chico, ya que me volvió a hablar y aparte, se había hincado justo a mi lado.
- Hola pequeña, ¿Cómo te llamas?
Era una buena pregunta ¿Cómo me llamo? Parecía una pregunta fácil pero no me acordaba de nada, como si todos los recuerdos hubieran sido borrados, lo único que recuerdo era que hacia frio y era de noche, luego que sentí mucho dolor y después de eso, nada, no sabia que decirle al muchacho, ya que, no quería mentirle, pero tampoco creía que me creyera que no me acordaba ni de mi propio nombre, después de unos segundos de meditarlo decidí ser sincera con el
- No me acuerdo – le comenté apenada
- ¿no te acuerdas? – me dijo sorprendido – que raro, normalmente se acuerdan de su nombre y de otras cosas, debiste haber sufrido bastante – me dedico una hermosa sonrisa – ¿Qué te parece si eliges otro nombre?
- ¿otro nombre?
- Claro, puedes tener otro nombre, aquí nadie te conoce y puedes decir el nombre que tu quieras, si llegaste aquí, significa que puedes entrar.
- ¿entrar a dónde?
- En un lugar donde no tienes que estar triste, hiciste cosas muy buenas y ahora tienes que estar aquí
Se paro y me extendió su mano, yo no sabía a donde íbamos, pero no tenía nada que perder, no sabia quien era o si tenía a alguien más. Agarre su mano y me pare, daba un poco de gracia lo pequeña que se veía mi mano a lado de la suya, ahí caí en cuenta de que toda yo me veía pequeña, ¿Cuántos años tendré? Empezamos a caminar por el hermoso prado, acercándonos a esas grandes e imponentes puertas y me entro la duda
- ¿Cómo es ahí?
- Oh, es increíble, el que esta en la puerta es un amigo de mi padre y cuida que nadie que no merezca entrar, se quiera pasar de listo.
- ¿y si yo no debo entrar?
- Estoy muy seguro de que debes entrar, hay muchos niños de tu edad, en realidad, hay muchas personas de todas las edades,
- ¿y si nadie quiere jugar conmigo?
- Todos van a querer jugar contigo, todos son muy buenas personas.
- ¿puedes quedarte un rato conmigo después de que entremos?
- Claro, no te preocupes, por cierto, no me dijiste que nombre le vas a decir a mi amigo cuando te pregunte
- ¿puedes decirme tu nombre primero?
- ¿no te lo había dicho?, bueno, yo me llamo miguel, ahora ¿cómo te llamas tu?
- Creo que, yo me llamo Emma
- ¿Emma? Es un muy bonito nombre, significa la más fuerte
- Y si, alguien mas con este nombre quiere entrar ¿no le quitare su lugar?
- Oh, no te preocupes, el siempre sabe quien debe entrar y quien no
Seguimos acercándonos, y ahora veía a un hombre de cabellos negros con barba, tenía una camisa blanca de manga larga y un pantalón blanco, tenía en su cuello una llave dorada, por su cara podías decir que era una persona seria, sentí miedo y aprete la mano de miguel, si el se dio cuenta, no me dijo nada y siguió el camino pero me devolvió el apretón, dándome un poco de confianza para seguir caminando, llegando veía las imponentes puertas y sentí como una calidez me llenaba y me sentía tranquila, como si cualquier cosa que hubiera adentro me protegiera
- Hola pedro, ¿Cómo a estado todo por aquí?
- Ajetreado como siempre ¿Quién es ella?
- Oh, ella acaba de llegar y la traje para que no se perdiera
- Muy bien ¿Cuál es tu nombre?
- Emma
- ¿Emma? – dijo cuestionando, Estaba a punto de decirle que ese no era mi nombre y que en realidad no recordaba cual era mi nombre, hasta que – bien, déjame te abro las puertas
Se paro para acercarse a las puertas mientras se quitaba el collar dorado y abría las puertas, todo era hermoso, había un gran bosque y había una casa gigante de madera, muchos niños corrían y jugaban en el bosque, subiendo a los árboles y riendo.
- ¿Qué te parece si entras y te sigo en un momento? Tengo que preguntarle algo a pedro – me pregunto miguel
- ¿lo prometes?
- Lo prometo
Entre en ese paraíso para nunca sufrir mas y para ser feliz siempre
- ¿Qué le paso?
- Un choque automovilístico
- Es muy joven para estar aquí
- El ser humano es muy imprudente, siempre piensan en si mismos y en nadie mas