Ocho. Yo tenía ocho años cuando vi y tomé una pistola por primera vez. Era tan pesada que tuve que sostenerla con ambas de mis pequeñas manos para evitar que cayera de ellas. Padre me la dió; yo estaba tan asustado de dejarla resbalar de mis manos, pero solo se volvía más y más pesada con el paso de los minutos.
Pero la pesadez solo incrementó; y no precisamente físicamente. De la nada, un par de grandes e intimidantes hombres aparecieron en la habitación, arrastrando a otro hombre, que llevaba algún tipo de bolsa de tela negra que rodeaba y tapaba su cabeza por completo.
Como dije; yo era tan solo un niño, mi mente no lograba captar lo que sucedía realmente, pero la pistola seguía haciéndose más y más pesada; como si en el fondo de mi ser, estuviera llenando todos los espacios en blanco: El arma en mi mano; el hombre arrodillado frente a mi... Una silenciosa lágrima recorrió mi rostro.
— ¡No llores! Los hombres de verdad nunca lloran.-. Me regañó mi padre. — Y nunca dudan.- Dijo, casi en un susurro.
Un vago "Dispara." sonó en mi cabeza una y otra vez. La voz profunda, rasposa e intimidante de mi padre sonaba cada vez más fuerte.
"Dispara. Dispara. Dispara."
Desde la esquina de mi ojo, vi como una sonrisa se reflejaba en él, amenazando con partir la cara de mi padre en dos. — Quita el seguro. Y dispara.- Ordenó.
A la par que mi dedo se dirigía al seguro, un horrible nudo se instaló en mi garganta. El sonido del seguro siendo removido hizo temblar al hombre frente a mi. Escuché sus sollozos y sus vagas suplicas; rogándome que no lo hiciera.
Mis manos se entumecieron, determinadas en bajar el arma; pero la voz de mi padre sonó de nuevo. Gritándolo, esta vez.
— Dije... ¡Dispara!
Pudo haber sido por reflejo, miedo, o solo un error de dedo. No lo sé. Lo que sí sé y recuerdo es sentir el tirón del arma siendo disparada, el sonido de la piel siendo rasgada, perforada; y el repentino silencio mortal que le siguió.
«Pésimo uso de palabras, ¿verdad? Lo siento.»
Vi el cuerpo sin vida yacer frente a mi. No pude evitarlo; todo en mi estómago parecía dar vueltas, y justo como entró a mi cuerpo, todo simplemente salió.
Apoyé mis manos sobre mis piernas semi-dobladas y me limpié la boca de los restos de vomito con el dorso de mi mano. Bajé la vista a mi otra mano, sujetando el arma que acababa de disparar. El arma que usé para matar a un hombre.
«¿Cuál era su nombre? ¿Estaba soltero? ¿Era un hermano, un esposo? ¿Un padre...?»
Esa última pregunta me hizo sentir enfermo. No sabía ninguna de las respuestas. Pero ya no importaba. Lo había matado.
My padre notó cómo mantenía la mirada fija sobre el arma en mi mano. — Quédatela. Como premio.- Me dio unas palmaditas en la espalda con orgullo. — Buen trabajo, hijo.- Dijo y salió de la habitación con los otros dos hombres siguiéndolo; dejándome solo. A mi y al cadaver. Vomité al menos otras dos veces antes de tener la fuerza de abandonar ese horrible lugar.
Era demasiado joven, pero no importaba tampoco, porque ese era sólo el inicio. Después de eso, otro hombre se arrodillaba frente a mi. Esta vez, no había nada cubriendo su rostro. Era un hombre viejo. Eso, de cierto modo, me hacía sentir mejor; ya no tenía mucha vida por delante. Pero la siguiente me hizo sentir como un monstruo. Era una mujer; una mujer joven, llorando, gritando y rogando por su vida; diciéndome que tenía 3 hijos que cuidar. Pero eso tampoco importó. Padre me obligó a disparar.
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Si tan solo supieras.
RandomSi tan solo supieras la cantidad de historias siendo escritas en silencio; con el tiempo como su único lector... Si tan solo supieras... *°*°* "Si tan solo supieras." Es la recopilación de algunas historias cortas y no-tan-cortas que he escrito. No...