Hecha de retales y cosida a mano, como las colchas de patchwork de las abuelas, que no solo decoran la cama, sino que huelen a hogar y abrigan el drama que no veas, pues fue creada con pedazos de amor y pena. Con el hilo de la esperanza, las ganas de permanecer en el tiempo y correr por tus venas, llena de diferencias, recuerdos recortados y con una mancha de café en el costado.
Olvidada en un armario, se armó de valor y lo convirtió en un santuario.