Para su sorpresa, el enfrentamiento con su vieja abuela y esa hábil mocosa que la acompañaba terminó siendo mortal para él. Y el hecho de que hubiera podido escapar de allí con vida no significaba victoria en absoluto: el veneno tan poderoso que él mismo había creado lo consumía minuto a minuto. Tres días. Tres días quedaban para hace cumplir su última voluntad antes de morir.
Llegó a lo profundo del bosque casi sin aliento, refugiándose en una cueva húmeda y oscura que, sospechaba, tal vez fuera la guarida de un oso en otro tiempo. Dejó caer su cuerpo ya bastante entumecido en el suelo rocoso, recordando...
Aun no se le había dicho la verdad sobre sus padres, que habían muerto en batalla. Como su abuela le explicó que otra misión muy importante les había sido asignada, él siguió esperando y esperando. Sus días pasaban entre la eterna espera de verlos cruzar la entrada de la aldea de regreso. Cada mañana despertaba esperanzado, viendo a otros niños caminar por la calle de la mano de sus padres, siendo consolados o mimados. Y cada noche se iba a dormir con el corazón apagado de pena, otra vez. Los extrañaba tanto que dormía en la cama de la pareja, justo en el medio, como hacía siempre que tenía -o inventaba- pesadillas para correr a su lecho y quedarse dormido, protegido en abrazos cálidos.
Un día de tantos, mientras miraba triste por la ventana de la habitación, un pequeño títere de madera abrió su puerta haciendo graciosos pasos de baile. Lo miró asombrado, pues no se veía hilo alguno que lo controlara, hasta que la abuela Chiyo se asomó.
- ¡Abuelita! - exclamó feliz
- ¿Te gusta, Sasori? El jutsu maestro en títeres es muy antiguo, ¿qué dices? ¿Quieres aprender cómo se hace?
Y por supuesto, el pequeño Sasori aceptó encantado. Su abuela lo llevó a la bodega donde iban a parar los prototipos de títeres de toda Suna. No sólo puso ese material a su disposición, también le enseñó a fabricarlos y controlarlos con hilos de chakra. La señora Chiyo no imaginaba cuán hábil podría llegar a ser su nieto en ese arte, a pesar de ser una destreza de larga data en el árbol familiar. Ese niño era un artesano nato, como nunca antes se había visto en la aldea. No podría haberlo imaginado, como tampoco podría haber previsto lo que sucedería años después...
Sasori estaba guiado por algo aún más grande que su gran capacidad: la necesidad de sentir el amor y la presencia de sus padres de nuevo. Pero, en algún momento de esa espera interminable, comprendió que sus padres jamás volverían... La ilusión y la paciencia se rompieron como el cristal de un espejo. Decidió que no volvería a esperar nunca más.
En el taller de títeres de la aldea, se entregó de lleno a construir sus propias marionetas. Cincel. martillo, madera; con maravilloso dominio armó parte por parte dos muñecos idénticos a papá y mamá. Pintó sus ojos, les agregó cabello, y una vez terminados los trasladó a la habitación. Se sentó entre ambos. Con hilos de chakra movió sus manos, y remedó el ansiado abrazo por el que tanto había esperado.
Si bien no podía sentir dolor, el veneno había sido inyectado en el artefacto que concentraba su energía, por lo cual sus movimientos se redujeron al menos en un 60%. No podía creer que esa vieja tonta lo dejara ir con vida, pudiendo sellarlo en ese mismo instante y acabar con él de una buena vez. Suponía que la vejez la había vuelto débil y más inútil que antes, pero al menos le había dado tiempo de planear cuidadosamente el final de sus días como el artista que era. Un artista de verdad, de los que valoran la dedicación puesta en el proceso de una obra y el empeño posterior para conservarla; no como pensaba ese charlatán de Deidara que tenía como compañero, que moldeaba hermosas figuras de arcilla para sólo hacerlas explotar.
Los pensamientos y pesadillas no lo dejaban dormir. No había perdido así la tranquilidad desde que ocupó su cuerpo artificial. Viejos recuerdos que ya no tenían significado para él volvieron a atormentarlo. ¿Acaso aún podía sentir? ¿O sólo el hecho de ver otra vez a la vieja Chiyo fue lo que removió sus recuerdos? Al parecer, los sentimientos que experimentó como humano no pudieron ser borrados. Al fin y al cabo, no había nacido de madera.
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Cálido (one-shot sasosaku)
FanfictionLuego del enfrentamiento con su abuela, Sasori revive la soledad y angustia por la muerte de sus padres y toma una última decisión que intente aliviar su pena. Pero antes de cumplir su objetivo descubre nuevos sentimientos y evoca otros que creía ha...