Prólogo

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Otro día más. Nos encontramos en el exterior en una misión por provisiones.

El exterior es extraño, está listo para sorprenderte en cualquier momento. Y si no estás preparado, bueno terminas como muchos de los nuestros terminaron.

Los edificios, tras la caída del dominio del hombre, se ven verdes por las plantas y moho, además hay vidrios rotos y algunas de las construcciones están al borde de desmoronarse. No es nada feo de ver, es un paisaje increíble con una gran historia detrás.

Nuestra tarea era fácil, no estamos muy lejos de la base, pero si lo suficiente como para tener que movernos en los caballos.
La jefa al mando de esta expedición  está desaparecida.
Llevamos más de una hora buscándola y está anocheciendo. Si llegara a caer el sol, nuestra posición no sería para nada favorable, además, de que aquí, somos un maldito blanco fácil.
Esto no es nada bueno.

- Oigan, lamento decir esto pero, debemos irnos. Esta anocheciendo y saben que es lo que pasa luego.

- Concuerdo con Sam, chicos es hora de irnos, no nos conviene seguir aquí -  dijo Damián de forma segura

-Debemos... Tenemos que encontrarla antes de irnos.

Ni siquiera supe quien dijo eso ya que estaba mucho más concentrada en ese olor. Tan claro, fuerte, distintivo, un olor el cual guiaba tu imaginación a unos colores en específico, un olor tan desagradable, al cual ya me acostumbré tanto que casi lo paso por alto.
En tanto pensaba dí la vuelta al edificio por el cual nos guiamos en las calles, con  Rue detrás de mí, el resto se quedó con Damián donde estaban aún buscando lo que necesitamos.

En casos como este, los mayores en el grupo son los que deben guiar sanos y salvos de regreso a casa al resto de chicos.
Esta labor recaía en Damián, Rue y yo.

- ¿Puedes sentirlo?

- Si - Lo dijo tan bajo y rápido que fue un susurro casi imperseptible para mis oídos.

Estaba claro, aunque no la habíamos encontrado aún, ambas sabíamos lo sucedido.
Se había separado del resto, probablemente ba sola y debieron haberla atacado.

Y como nos imaginamos la imagen,   así  la encontramos.

Estaba sentada en  el piso, en su rostro, una expresión que nos dejaría helados, de no estar acostumbrados a estas situaciones. Sus ojos frios, sin vida, aún abiertos. Su  labio superior, se encontraba levemente hacia levantado, como si hubiese quedado así desde su última bocanada de aire, hasta su último suspiro.
No necesitamos dirigir los ojos al resto de su cuerpo, nuestra imaginación ya se había hecho cargo de saber que es lo que seguía y no es nada bonito.

-  Mierda

- Exacto - dijo Rue

Al parecer  nos encontramos de la misma manera

- No podemos dejarla así - comentó de forma clara y fuerte, mientras preparaba un cóctel molotov.

Casi y por poco lo olvido, ella tenía razón.

Era una costumbre nuestra, como tía Meg me había contado, como hacían los vikingos con los cuerpos de sus seres queridos en esas barcas sobre el mar, así hacíamos, solo que sin el mar ni las decoraciones, ya que no teníamos tiempo para eso.
Es nuestra manera de mostrar respeto y evitar que nuestros hermanos sean devorados por esos repugnantes seres.

- Esta bien, hay que hacerlo ahora, no podemos perder más tiempo - le conteste - Ni  dejarla para que sea alimento.

- Lamentamos tu ida Claire, eran una buena comandante -  habló Rue, mientras encendía la botella.

Nos alejamos y  la lanzó.

-Vamonos de aquí.

Nos largamos de la escena, con el calor que las llamas desprendían pegado en la espalda.
Pero aún así un frío helado nos recorría el cuerpo.

- La encontramos - Dije intentando sonar calmada, a pesar de que la situación y  el alrededor, no permitiera que estuviera relajada.

- Si lo sabemos, ¿Lo hicieron? - dijo el pequeño Tommy,  solo tiene 15, es el más pequeño y uno de los más fuertes de nuestro equipo

- Claro que sí, ahora vámonos de este sitio, comienza a darme escalofríos - contestó Damián y tenía razón, a mi también.

- Equipo, vamos... - Rue no llego a completar la frase porque en ese momento notamos lo que sucedía.

- Tomen todo lo que tienen, nos vamos en este mismo instante - Carajo, carajo, carajo, no podía ser no ahora. -¡Ya, a los caballos!

Los chicos ajustaron sus mochilas, subieron a sus respectivos caballos y emprendimos viaje a la base.

Hay señales claras cuando un enjambre se acerca. No lo sé, lo sientes en el aire. Es algo muy claro y todos lo notamos.
Ese leve sonido que lanzan las bocas de esos cuerpos que solían ser humanos, en manada, sonaban como un maldito rugido.
Si nos quedábamos ahí un segundo más estaríamos perdidos, todos seríamos Claire.

Los últimos días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora