Parte única.

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Para Megumi Fushiguro, desde que comenzó a tener uso de razón, el cielo estaba nublado o parecía llover.

(Aunque esto era sólo en su mente, el clima no siempre era así en la realidad).

Es decir, se sentía solo y abandonado. Su mamá no estaba y su padre tampoco; porque parecía que, ellos –Tsumiki y él– no eran importantes.

Que lo que pasara con ellos, no era de su interés y solamente, estorbaban.

(Y estos pensamientos, sólo endurecieron su joven corazón.

Porque el pequeño Megumi, no quería ser herido, estaba destrozado).

Y con estos pensamientos, fue creciendo y creciendo. Volviéndose más frío, insensible, y solitario; porque, ¿de qué servía conocer y abrirse con los demás si estos terminarían yéndose o hablando pestes de ti?

Megumi estaba cegado con la idea de que estando solo y por su cuenta, estaba y estaría bien.

Pero la verdad es que...

Megumi nunca estuvo solo.

Él era importante para alguien, que lo quería incondicionalmente y que no lo abandonaría y estaría de su lado incluso si el mundo se ponía en su contra. Incluso si todos y él mismo se odiaba, ella permanecería ahí.

Tsumiki, estaba dispuesta a tenderle un paraguas en su sempiterna lluvia.

(– Si tengo el tiempo para maldecir a alguien, más bien lo usaría pensando en alguien que aprecio.

Como por ejemplo, en ti, Megumi).

Pero como decía una célebre frase: No sabemos lo que tenemos, hasta que lo perdemos.

Megumi se dio cuenta tarde, de que había alguien dispuesta a meterse y abrigarle en su lluvia. Fue cuando Tsumiki cayó en coma al ser maldecida, que se dio cuenta de que, ella, siempre estuvo ahí; que ella, no era tan molesta como creyó.

Porque, Tsumiki lo quería. Con toda y su soledad y sus pedazos, con su tristeza y su calma fría.

Fue tarde cuando lo comprendió. Pero, perder también es parte de crecer.

Aunque... No todo estaba perdido. Todavía hay una pequeña esperanza. La esperanza de que ella despierte si deshace la maldición que la tiene en ese sueño eterno.

Y si termina con esa Maldición que la tiene cautiva, tal vez, puedan volver a ser la familia que son, los hermanos que se supone, han sido siempre.

(Es como un deseo –infantil– que lo mantiene a flote aún. En este mundo).

Y cuando Megumi vuelve a visitarla, al hospital, piensa (siempre piensa).

Que cuando la lluvia pare, quiero pedirte perdón. Para abrazarte y no dejarte atrás de nuevo.

(¿Puedes tender tu paraguas sobre mí, Tsumiki?)

-Traumada Taisho

Lo intenté. Sinceramente lo intenté. Ya nada me importa (no es cierto).

Y cuando la lluvia pare  [Megumi & Tsumiki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora